LA HABANA, Cuba.- En recientes declaraciones del Director de Informática y Comunicaciones del grupo empresarial Azcuba, encargado de la producción de azúcar en el país, se pudo conocer que solo 26 centrales fabricarán azúcar durante la venidera zafra 2022-2023. Aunque para nadie es un secreto la crisis que afronta el sector azucarero en el país, una molienda con tan exigua cantidad de centrales puede haber sorprendido a muchos.
Cuando al finalizar la zafra de 2002 Fidel Castro decidió dejar solo 71 centrales en activo, de los cerca de 160 que habitualmente hacían la campaña azucarera en la nación, casi nadie imaginó que tiempos aún peores estaban por llegar. Porque a la ineficiencia y altos costos de producción que tornaban poco competitiva a nivel internacional la producción de azúcar cubana hacia los años iniciales de la presente centuria, se ha añadido en los últimos tiempos una gran escasez de caña. Escasez que, en buena medida, ha hecho que desde el 2012 no se cumplan los planes de zafra, y que en la pasada contienda se produjeran solamente 480 mil toneladas de azúcar, la zafra más baja en más de cien años.
El citado funcionario de Azcuba expuso que con los 26 centrales que molerán en la próxima contienda “se garantizará el suministro de azúcar de la canasta familiar normada y las necesidades industriales del uso de ese alimento básico, permitiendo encadenar las producciones del sector con el proceso productivo de otras empresas del país”. O sea, producción de azúcar para cubrir distintos objetivos a nivel nacional, pero nada para la exportación.
En verdad, las exportaciones cubanas de azúcar han caído en picada durante los últimos años. Cifras aportadas por Consulting Havana Group dan cuenta de semejante debacle. Por ejemplo, en el año 2013 esas exportaciones ascendieron a 449 millones de dólares. En 2019 bajaron hasta los 212 millones de dólares, mientras que en el 2020 solo llegaron a los 171 millones de dólares. Para el 2021 se estimaron ingresos por este concepto del orden de los 78 millones de dólares.
En días pasados el mandatario Miguel Díaz-Canel Bermúdez sostuvo un encuentro con más de un centenar de especialistas, académicos, empresarios y trabajadores del sector azucarero, en el que también se habló de una nueva estrategia a partir de la paupérrima zafra que se pronostica para este año.
El gobernante abogó por darles mayor preponderancia a los derivados de la caña de azúcar, como la producción de más alcoholes, más rones y mayor generación de electricidad. Asimismo se pronunció por aprovechar los campos donde no haya caña para sembrar cultivos varios, frutales, establecer módulos pecuarios y producir alimento animal.
Y, por supuesto, instó a todos los factores a intensificar la siembra de caña, como única manera de alcanzar una hipotética recuperación del sector azucarero.
Sin embargo, las informaciones que trascienden de la actual campaña de siembra de caña no han de ser muy halagüeñas para el señor Díaz-Canel. Ha existido déficit de gomas y baterías para los equipos que intervienen en la preparación del suelo; hay atrasos en la llegada de los rodamientos para los arados; y a partir del mes de abril, el combustible ha escaseado sobremanera. De igual forma, se han presentado dificultades para la adquisición de herbicidas y fertilizantes. Un total de 10 empresas cañeras exhiben atrasos significativos en sus planes de siembra de caña.
Como puede apreciarse, al paso que van los acontecimientos, solo resta desmantelar el grupo Azcuba, y olvidarnos de que un día nuestra isla estuvo a la vanguardia mundial en la producción y exportación de azúcar. Se trata de una genuina muestra de lo que ha significado el castrismo para la economía cubana.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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