La agroindustria azucarera cubana dispone de una experiencia tremenda, y eso constituye una fortaleza para el salto tecnológico y organizacional que tenemos que dar en este sector, porque no podemos seguir haciendo lo mismo cuando han cambiado los tiempos y la vida nos está diciendo que tenemos que ir a otros conceptos.
Es esta una de las premisas que defendió el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante un encuentro, este sábado, con los participantes en un taller de tres días realizado entre directivos, técnicos industriales y productores cañeros.
El objetivo del seminario, que agrupó a más de un centenar de especialistas, se dedicó a analizar los principales problemas y desafíos del sector. Contó además con la asistencia de académicos, científicos y otros expertos vinculados al ramo, buena parte de ellos mujeres brillantes.
La agroindustria azucarera —enfatizó Díaz-Canel— cuenta con “una masa de obreros y trabajadores comprometidos, con sentido de pertenencia, que tienen confianza en que todavía el sector se puede recuperar, y esto es algo que está en nuestras manos, con todos buscando esa recuperación”.
En la zafra 2021-2022 se fabricaron, en números redondos, 480 000 toneladas de azúcar; 36 centrales molieron algo más de seis millones de toneladas de caña. Fue la producción más baja en más de cien años. El encuentro del Presidente de la República con las trabajadoras y trabajadores del sector para evaluar esos resultados, sin embargo, no fue, como podría haberse pensado, para “dar palos”.
No sin críticas y autocríticas, tanto de directivos como de especialistas, el ambiente de la reunión fue positivo, optimista, esperanzador, como ocurre cuando se está ante un momento de cambio.
La dirección del país, sin dudas, quiso enfocarse en lo verdaderamente trascendente, enaltecedor: la confianza de la Revolución en los hombres y mujeres que trabajan en una agroindustria que es cultura e identidad nacional y que no solo será salvada, sino también desarrollada para ocupar el lugar que tiene en nuestra economía y en nuestra idiosincrasia, ahora en tiempos donde la ciencia y la innovación tienen que ser la guía.
El encuentro en sí no, pero lo que se acordó en él, el consenso que al parecer generó de forma definitiva (y que no ha sido fácil alcanzar, pues se trata de una transformación radical en una tradición centenaria), debe ser un nuevo parteaguas en la historia de la producción azucarera cubana.
La agroindustria se inicia en un nuevo modelo de gestión, donde la producción exclusiva de azúcar no puede continuar siendo —ni lo será— el centro de todos los cálculos, estrategias, esfuerzos e incluso la fuente de los principales ingresos.
El azúcar no puede seguir siendo —ni ya lo será— el fin en sí mismo; una visión emancipadora que el Jefe de Estado defiende cada vez que aborda temas vinculados a la producción cañero-azucarera y que hereda del pensamiento más genuino de la nación, en especial el del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, hijo él mismo de una familia eminente y virtuosamente azucarera.
El sector se dirige hacia un modelo de negocios donde la diversificación y la economía circular (el aprovechamiento de todo lo que dé la caña —y las tierras donde están— y salga de las fábricas) le puedan ofrecer suficiente dinero, para así incrementar su rentabilidad, impulsar su desarrollo y garantizar el crecimiento sostenido del bienestar de las personas y familias que están vinculadas al ramo, tanto estatal como cooperativo y privado.
El azúcar seguirá saliendo de los ingenios, pero la estrategia es producir para satisfacer el consumo nacional (el doméstico y el industrial) y exportar otra parte, más o menos grande o pequeña, según como anden los compromisos y el mercado.
Ahora el objetivo es producir más alcoholes, más rones, más electricidad, más derivados para vender en el mercado interno y el foráneo; más comida, más de todo lo que pueda hacerse, y siempre desde una filosofía y conducta amigables con la naturaleza.
Se trata, además, “de que haya una autonomía real de las empresas, donde los directivos, sus consejos de dirección y sus trabajadores tomen decisiones propias y no tengan que estar consultando “arriba”, defendió el viceprimer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca, que participó en el encuentro junto al miembro del Buró Político y vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, y el integrante del Secretariado del Comité Central y jefe de su departamento Agroalimentario, Félix Duarte Ortega.
“Los directores de las empresas agroindustriales azucareras tienen que pensar como empresarios y desarrollar ideas que les permitan incrementar los ingresos”, enfatizó Tapia Fonseca, para quien el modelo de gestión de estas entidades tiene que partir de la propia empresa, de sus directivos y trabajadores.
Julio García Pérez, presidente del Grupo Empresarial Azucarero (AZCUBA), se refirió por su parte a todas las potencialidades que ofrecen al sector las diferentes decisiones que ha ido adoptando la dirección del país para favorecer al sector empresarial (con sus 43 medidas), al sector agropecuario (63) y al sector agroindustrial azucarero en sí (con sus 93 medidas).
Salvar, transformar, avanzar
Cerca de una veintena de directivos, especialista, expertos y científicos explicaron el trabajo que realizan en sus ámbitos. Abundaron en dificultades y limitaciones, pero también en los resultados. Ponderaron a su vez las potencialidades que tiene el sector, las cuales, señaló el Presidente de la República, “si las sabemos aprovechar iremos a un momento diferente en la producción cañera-azucarera y sus derivados”.
Díaz-Canel reiteró la voluntad política, del país, para salvar al sector, encontrar las soluciones que demanda y a partir de ahí salir a transformar y avanzar. “Entre todos hemos ido apropiándonos de un grupo de ideas que ahora tenemos que ser capaces de implementar, y tenemos que hacerlo bien y de manera rápida”, dijo.
En una síntesis sobre la situación actual del sector, el Primer Secretario del Comité Central del Partido explicó que para entender esta, lo primero es comprender que desde el inicio de la Revolución dicho sector ha sido muy afectado por el bloqueo del Gobierno de EE.UU., que lo ha hecho —denunció— con toda intención, “porque ellos saben lo que significa la agroindustria azucarera para nuestro país”.
Al hacer una caracterización del sector, el Jefe de Estado reflexionó, en primer lugar, sobre el estado de las plantaciones cañeras. “Con el período especial —repasó—, la escasez de insumos nos fue llevando a lo que yo considero ha sido un proceso de “involución tecnológica” y en el que empezamos a tener cada vez menos caña, aunque a pesar de ello, por voluntarismo, tratábamos de mantener los mismos niveles de producción de azúcar.
“En estos años nos fuimos “comiendo” más caña de la que se debía, y después no sembrábamos la que se necesitaba, y así hemos llegado a un momento donde las plantaciones están en una situación sumamente compleja.
“No hemos podido lograr los balances de siembra de primavera y frío que se necesitan, ni la adecuada composición de cepas para poder escalonar bien los cortes y que los centrales funcionen los días de zafra necesario para lograr estabilidad y eficiencia. Entonces —resumió— hoy la principal materia prima está totalmente deteriorada”.
Sobre las industrias, señaló que estas también se nos fueron deteriorando durante estos años. Las reparaciones cada vez fueron más incompletas, más malas, y (ahora) estamos en un momento en el que casi no reparamos bien ningún central, casi ninguno tiene balance de recursos, (pero a pesar de ello también) seguimos con un voluntarismo tremendo, tratando de hacer una zafra que desde que la planificamos sabemos que es imposible cumplir, dijo. Desde el año 2012 —expuso— no se cumplen los planes de zafra; y cada zafra en los últimos años da menos producción de azúcar.
Esta es —concluyó— “la situación que tenemos. Hemos llegado a un círculo vicioso. Queremos hacer más; queremos crecer, esa es la voluntad, pero cada vez tenemos menos caña y cada vez los centrales están más deteriorados”.
Estrategia de zafra 2022/2023… Y para las que vienen
Al rechazar que se siga trabajando de la misma manera, el Presidente Díaz-Canel explicó que las zafras tendrán ahora un nuevo enfoque, y este empezará con la contienda 2022/2023. Esta zafra —dijo— será tal vez pequeña, pero se hará solo con los centrales que estén en mejores condiciones, de forma tal que tengan el mayor balance de recursos posibles.
Molerán los que tengan más posibilidades, los que tienen más caña, y con ellos vamos a producir el azúcar que necesita el país para su consumo. Al mismo tiempo —agregó—, en todos los centrales vamos a ir sembrando caña, recuperando plantaciones, estableciendo estrategias de diversificación y reparando de forma paulatina.
La zafra 2022/2023 tenemos que cumplirla; será decorosa, la haremos con dignidad y nos tiene que dejar un ambiente de victoria en el sector, reflexionó Díaz-Canel. Y los centrales que no muelan —reiteró— seguirán teniendo vida, se seguirán desarrollando, apostando al futuro, y así en cada zafra venidera iremos incorporando más y más centrales, porque habrá más caña, habrá más posibilidades de producir y estaremos entonces creciendo y desarrollándonos.
“Si no lo hacemos así —acotó—, seguiremos con el actual voluntarismo y en dos zafras no habrá caña para hacer azúcar en Cuba. Esa es la realidad, es una realidad dura, pero ese lujo no podemos dárnoslo, porque este país se distingue, entre otras cosas, por producir azúcar”.
El sector azucarero —agregó el Primer Secretario— tiene una importancia enorme para nosotros; primero es parte de la cultura de este país, de la historia; está en la tradición de lucha de nuestro pueblo, con líderes como Jesús Menéndez; forma parte de nuestras luchas contra la colonia, contra la neocolonia y de la lucha revolucionaria. Y los centrales han sido y son la vida de los bateyes azucareros, que son poseedores de una identidad, de un sentido de cubanía, de una pertenencia.
Azúcar: energía y potencia
En el intercambio con representantes del sector cañero-azucarero, el Primer Secretario del Comité Central del Partido enumeró algunas de las enormes potencialidades del ramo, que empiezan por sus más que demostradas capacidades para producir un sinnúmero de productos para la alimentación humana y animal, y la capacidad de generar decenas de derivados (más de cien están creados en Cuba), aunque —señaló Díaz-Canel sobre esto último— no hemos terminado de desarrollar la industria de derivados.
Esta agroindustria, además, continuó enumerado:
—Genera energía eléctrica a partir de fuentes renovables, con una capacidad instalada en turbogeneradores de 449 MW. Si ahora esos equipos estuvieran produciendo electricidad, no tuviéramos apagones; al contrario, nos estuvieran sobrando unos 200 MW, acotó Díaz-Canel. Y todavía no hemos llegado a aprovechar todo lo que nos pueden dar la biomasa, el bagazo, la paja, o los biodigestores…
—Genera fondos exportables. El azúcar no puede seguir siendo el único rubro que dé la producción cañero-azucarero; hay otros muchos que se pueden exportar o que pueden sustituir importaciones, aclaró.
—Genera empleo. El sector ocupa a más de 180 000 personas de forma directa; o sea, contando a sus familias, más de 700 000 cubanas y cubanos viven de la producción cañero-azucarero, subrayó el Presidente. Tenemos una potencialidad de recursos humanos tremendo, independientemente del éxodo que ha habido en los últimos años. En el sector hay técnicos e ingenieros, altamente calificados, innovadores, que están dando soluciones, casi sin recursos, a pie de industria.
—Genera insumos para encadenamientos con procesos productivos de otros sectores.
Luego de enumerar otras potencialidades, concretas, tangibles, que tiene el sector, el Presidente de la República señaló que todo esto lo podemos y lo tenemos que hacer aplicando los conceptos de desarrollo sostenible a todo lo que hacemos.
La agroindustria azucarera —reflexionó— posee unas posibilidades tremendas para desarrollar un sistema productivo que favorezca el medioambiente, que sea compatible con él; que sea totalmente sustentable en lo económico y también que aporte a lo social, a lo cultural de nuestra nación.
Por otra parte —continuó analizando—, tenemos una enorme potencialidad en las tierras. Hoy disponemos de menos tierra dedicada a la caña que en otros momentos, pero hay una parte que ni tiene caña ni la destinamos para otras producciones. Hoy hay más tierras improductivas que en otros momentos; y en esas tierras hay potencialidades para producir caña y para producir comida.
También hay muchas potencialidades —agregó— en el aprovechamiento óptimo de las semillas de caña y sus variedades, porque disponemos de valiosos estudios en esta materia; en el uso de las biofábricas, en la aplicación de los resultados biotecnológicos en la caña de azúcar. En Cuba —agregó— tenemos potencial científico suficiente para dar respuestas a los problemas de la producción cañero-azucarera, pero no lo hemos sabido aprovechar. Entonces, también hay que apoyar a los centros de investigación y a sus científicos.
Por otra parte —agregó— en momentos como los actuales, cuando tenemos poco dinero para comprar, para invertir, para importar, no podemos sentarnos a esperar fertilizantes, ni herbicidas. En el sector cañero tenemos que ir a la agroecología, y la vida está demostrando, con investigaciones que se han ido aplicando en otros cultivos, que se pueden lograr buenos rendimientos cañeros con prácticas agroecológicas y el uso de bioproductos.
Al mismo tiempo —sumó a la lista de potencialidades que tiene el sector— tenemos un sistema de gestión de gobierno basado en ciencia e innovación que puede potenciar muchísimo al sector azucarero y que puede lograr, con la participación de todos, fortalecer una verdadera interconexión entre las universidades, los centros de investigación, las empresas cañero-azucarera, los productores de todo tipo de gestión y propiedad, y el desarrollo local.
Por otro lado —explicitó—, tenemos que buscar una cultura del detalle en nuestras fábricas de azúcar; en ellas lo que se producen son alimentos; entonces, no pueden ser lugares sucios, feos. La azucarera tiene que ser una industria más ordenada y bella, tiene que tener un buen ambiente, tiene que mostrar cultura.
Las prioridades primero
Al enumerar un grupo de prioridades que tiene que defender el sector y que son consenso, Díaz-Canel enunció:
—Sembrar y resembrar mucha caña.
—Demoler en este año las plantaciones de cañas viejas, de muy bajos rendimientos en azúcar, y utilizarlas para la producción de energía, alcohol, guarapo u otros fines.
—Fortalecer la capacitación del personal, en especial a los nuevos trabajadores. En este año, cuando no van a moler determinados centrales, tenemos —orientó Díaz-Canel— que capacitar a los que van a hacer las próximas zafras y hacerlo con programas bien diseñados, teórico-prácticos, con las mejores experiencias, y que la impartan los mejores especialistas.
—Diversificar las producciones. En las unidades cañeras —señaló— también hay que sembrar cultivos varios, frutales, producir madera, establecer módulos pecuarios y producir alimento animal. Y en los centrales, dar servicios a la población. También tenemos —añadió— que desarrollar la acuicultura, la industria de materiales de la construcción, la construcción de viviendas para los trabajadores; las minindustrias para producir todo lo que se pueda, desde helados a guarapo y raspaduras.
—Mejorar el entorno de los bateyes y las comunidades agrícolas, porque —enfatizó— no puede hablarse solo de lo productivo y dejar que lo social se nos quede detrás; los bateyes tienen que ser lugares bonitos, donde haya todo tipo de servicios, que tengan una buena arquitectura.
—Continuar desarrollando la mecanización, pero también retomar e impulsar la tracción animal.
Al fijar otras prioridades, el Presidente se refirió al necesario fortalecimiento de la empresa estatal cañera-azucarera y su adecuada relación con las formas productivas cooperativas y privadas, que no pueden ser —aclaró— de ordeno y mando. También debe ser prioridad la atención a las trabadoras y trabajadores, en especial a los jóvenes.
Finalmente, el Primer Secretario del Comité Central del Partido retomó ideas y pensamientos del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, incluyendo lo que calificó —a pesar de que el Comandante en Jefe la dijo en los años 60 del pasado siglo— como una sentencia que abarca todo lo que se necesita y hay que hacer en la agroindustria azucarera en los momentos actuales:
“Lo que sí le importa al pueblo —señaló Díaz-Canel citando a Fidel— es que haya alimentos, eso sí le importa al pueblo; que haya carne, que haya grasas, que haya huevos, que haya granos, que haya ropa, que haya zapatos; es decir, que haya medios para vestirse, calzar, educarse (…) para eso lo que hay es que producirlos (…) es decir que tenemos que garantizarlo nosotros, trabajando, produciendo, prestando el máximo empeño en explotar los recursos que están en nuestras manos”.
A esto, agregó el Presidente de la República, “es a lo que yo le digo resistencia creativa. Y está dicho desde los años 60 por Fidel”. Y “creo que si trabajamos así —agregó— vamos a tener más caña, una zafra más larga y más eficiente, más derivados, más producciones, más comida, más exportaciones, más satisfacción, más bienestar para los trabajadores, más desarrollo del país; y, en fin, más socialismo, y para eso contamos con ustedes”, señaló el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República a los trabajadores azucareros.