Macbeth tiene un comienzo único, por más que, lamentablemente, copiable: «Truenos y rayos. Entran tres brujas». Así, sin preámbulo, crudo y salvaje. Las brujas de Macbeth no son personajes reales, y para reafirmarlo, Shakespeare las hace hablar en versos rimados a diferencia de los demás personajes. Ambiguas en su moralidad, «Justo es vil, y vil es justo», ocupan una especie de posición ex-machina en la obra, al presentarse lo mismo como mensajeras que promotoras de la trama.
Pero Shakespeare, al insertar a las «hermanas caprichosas» como eje narrativo de la obra, no escapa de los prejuicios que arrastraron las mujeres por siglos, cuando en ellas la sabiduría y la curiosidad por entender se consideraban cosa malvada. Nueve años antes de que se publicara la obra, el rey inglés había pasado una ley contra la brujería que se mantendría en vigor por 130 años. Tendría que venir Akira Kurosawa en 1958, para sustituir a las brujas por un espíritu del bosque en esa recreación de Macbeth que es Trono de sangre. Las brujas en el Medioevo, sobre todo al final de esa etapa, cuando se desató su persecución por Europa, cargaban una ambigüedad imperdonable.
El canto de las brujas, en Macbeth, en el cual describen un estrambótico brebaje, es el reflejo de la ignorancia de los demás para entender lo que las mujeres sanadoras hacían. El poder de curar llevaba en sí mismo la fascinación de la segunda oportunidad y el terror del poder sobre la muerte, al margen de deidad formalizada. Solo un culto que enajenaba de manera sistemática al ser humano de la naturaleza, por miedo a perder el control podía condenar en la mujer la sabiduría.
Se estima que unas 200 000 brujas a lo largo de la historia han sido ejecutadas; pero, a pesar de la persecución, no pudieron nunca capturar a Stevie Nicks. La Gran Maestra, en sus múltiples reencarnaciones, se escapa de todo juicio. Quien no crea en su descomunal poder de artes ocultas que oiga Rhiannon, homenaje a una diosa pagana.
De acuerdo con el mito, la deidad galesa era diosa de la fertilidad y la luna, quien por su amor a un hombre mortal es condenada por los otros dioses. Stevie confesó en 2013 que, en el momento de escribir la canción, desconocía la mitología que rodeaba a Rhiannon, y que esta no era en realidad una bruja sino una reina, «pero mi historia es definitivamente sobre un ser celestial, no sabía quién era Rhiannon, exactamente, pero sabía que no era de este mundo».
Aquella noche de 1976, en el Midnight Special de Burt Sugarman, la banda de Mick Fleetwood, Lindsey Buckingham, John y Christine McVie, olvidó todas las pequeñas desavenencias que habían plagado al grupo en los pasados años, y decidió dar la actuación de su vida. Stevie introdujo la canción murmurando que trataba sobre «una bruja galesa», y comenzó a cantar mientras parecía flotar en el escenario. Vestida para lo que sabía que vendría, a mitad de canción no hay dudas de que estaba ya poseída: danzando y contorsionándose. Quizás fue la primera vez que en la televisión se vio en directo el arte milenario de una hechicera. Tan poderosa fue su conjura que, por esa época, el nombre de Rhiannon, casi desconocido hasta entonces, llegó a estar entre los 500 nombres más populares para nombrar recién nacidos de habla inglesa.
Quizá Stevie confundió el origen del nombre, pero quiénes somos nosotros para juzgar sus aparentes ignorancias, «Rhiannon repica como una campana a través de la noche no te encantaría amarla ella comanda su vida como un ave en vuelo y quien será su amante…». Nicks canta como si recordara una vida pasada. Y lo hacía con tal pasión que se dice que Fleetwood Mac, siempre rodeado de rumores, se veía obligado a cancelar presentaciones para que ella recobrara la voz del esfuerzo, con eso basta para darle el beneficio de la duda.
Para reconocer a la reencarnada, Jim Harding comentó: «Cuando tu voz es tu instrumento y puedes competir con una guitarra amplificada en frenesí, y aun así sonar extraordinaria, tú debes ser Stevie Nicks». A los 4:10 segundos del video oficial de la canción, cuando Stevie comienza a danzar, solo falta que un hermoso gato negro cruce el escenario y que Nicks despegue del suelo. En realidad, lo que hace un minuto después, es volver la canción una marcha, declarando la guerra, y uno puede notar al adversario temblando.
Que Stevie Nicks es una bruja, a nadie en su sano juicio le queda dudas de solo verla cantar mientras te mira. ¿Qué es reencarnación, y a la vez capaz de reencarnarse? Ella es Sherezada: mistificadora, mistificante, mística: Andrómaca, Briseida, Medea, Sibila. Hay templos que crujieron en terremotos al invocar sus múltiples nombres: Débora, Miriam, Dalila, Salomé. Hombres y mujeres, por igual, hicieron pactos tremendos por vivir lo suficiente para tenerla, y pidieron la muerte cuando la descubrieron inalcanzable. Bram Stoker no la vio en Lucy, sino en Mina. ¿No la estaba describiendo Cortázar en Rayuela?
En el misterio soluble de la creación, las múltiples vidas que nos pueblan y que confluyen en cada uno tienen nombre de mujer: ¿Cuántas frente al hijo muerto, le exigieron al hijo que asumiera su hora? Que nunca llegue a haber, Mariana Grajales, tiempo para deshacer tu hechizo. Tú eres la maga que, frente a la muerte, conjuraste a un pueblo a seguir renaciendo tantas veces como la dignidad lo exija.