LAS TUNAS, Cuba. — La obscenidad política —entiéndase el cinismo— del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se ha hecho pública y notoria durante estos días por su desacuerdo con Estados Unidos debido a la exclusión del régimen comunista de La Habana de la Cumbre de las Américas.
Despreciando a los cubanos que sufren persecución y cárcel por falta de libertades civiles y todo tipo de miserias, AMLO ha prohijado el régimen de Díaz-Canel cual sistema de “justicia social”, ignorando que no es sino el instrumento ejecutor de la dictadura castrocomunista que ya se prolonga por más de 60 años.
El 22 de enero de 1962 Cuba fue separada de la Organización de los Estados Americanos (OEA), situación que hoy persiste, no porque la OEA no quiera integrar a Cuba, sino porque es el régimen castrocomunista el empeñado no en integrarse a ella, sino en desintegrar a la OEA. Y esa baza la está jugando AMLO, yendo no sólo contra los Estados Unidos abrazado del castrocomunismo, sino yendo incluso contra un principio fundamental para la unidad interamericana: el respeto por la democracia.
Hoy es útil preguntar: si AMLO está tan interesado en la unión de todos los pueblos de América… ¿Por qué no aboga para que el régimen de La Habana cumpla con la Declaración Universal de Derechos Humanos implementando los preceptos de la Carta Democrática Interamericana?
Estados Unidos ha vetado el acceso a la Cumbre de las Américas a Cuba, Nicaragua y Venezuela no sólo por motivos de principios, sino también procesales, constitucionales, de cumplimiento jurídicamente ineludibles: “Los jefes de Estado y de Gobierno de las Américas, reunidos en la Tercera Cumbre de las Américas, celebrada del 20 al 22 de abril de 2001 en la ciudad de Quebec, adoptaron una cláusula democrática que establece que cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas”, dice la Carta Democrática Interamericana rubricada en el Vigesimoctavo Período Extraordinario de Sesiones el 11 de septiembre de 2001, en Lima, Perú.
En Venezuela y en Nicaragua falta democracia porque sus gobernantes han quebrantado el orden constitucional, no porque esos países carezcan de mecanismos para implementar una democracia participativa basada en el Estado de derecho. Pero ese no es el caso de Cuba, gobernada por un régimen totalitario desde 1959, cuando, de un plumazo, fueron eliminados todos los instrumentos jurídicos que validaban los procesos electorales.
Luego, si AMLO es un presidente democráticamente elegido y dice querer la democracia no sólo para el pueblo mexicano, sino para todas las naciones de América… ¿Por qué cínicamente pretende coartar los derechos civiles de los cubanos sentando a Díaz-Canel, junto a mujeres y hombres que sí fueron elegidos por sus conciudadanos?
Si irrespetando la Carta Democrática Interamericana AMLO no va a abogar por la libertad, la independencia de elegir y ser elegidos de todos los ciudadanos que carecemos de ese derecho, y da igual si en la Cumbre de las Américas o en cualquier otra cima, lo mejor que puede hacer el tabasqueño es guardar silencio.
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