La primera reacción general fue el miedo, el pensamiento de un ataque terrorista en plena calle Prado, aunque rápidamente se informó que había sido un accidente. Después vino la preocupación por los familiares y amigos. Luego la resignación, saber que fue verdad, que no es una de esas «bolas» que corren por internet. Minutos después llegó algo increíble el pueblo de Cuba se levantó como uno solo con esa que es mucho más que una palabra vacía: solidaridad.
Por cientos llegaron los voluntarios al sitio de la explosión. La gente quería ayudar en todo lo que fuera posible. Las autoridades rápidamente tomaron el control del lugar para comenzar el rescate de las víctimas y asegurar que no ocurriera otro accidente. La pregunta de todo el pueblo de La Habana era una sola: ¿cómo podemos ayudar? Menos de una hora después de la explosión, miles de personas, sobre todo jóvenes, llegaron a donar su sangre para los heridos.
Por fortuna no es común la ocurrencia de este tipo de incidente en nuestro país. Sin embargo, cuando hemos tenido que enfrentarlos, lo hemos hecho desde la organización, la rapidez y la eficiencia.
No podemos evitar que la memoria se remonte a aquel 18 de mayo de 2018, cuando el segundo accidente aéreo más grande en la historia de Cuba dejó más de 100 víctimas. También en aquella ocasión las unidades de rescate y salvamento actuaron de inmediato, apagando el incendio que siguió y sacando de los restos del avión a los pocos sobrevivientes.
Menos de un año después, un tornado azotó varios municipios de la capital y nuevamente allí estuvieron bomberos, policías, rescatistas y la población, para levantar una vez más la ciudad desde los escombros.
Muchos son los héroes anónimos que cuando los simples mortales quedamos en shock, dan un paso al frente y salvan las almas atrapadas debajo de las piedras. No podemos olvidar en estos tiempos a los ángeles de batas blancas, que devuelven la esperanza a las familias que caminan de un lado a otro por los pasillos del hospital.
A todos ellos, gracias. Quedan aún muchas horas de trabajo, muchos muros que mover y vidas que salvar, muchas miradas de alivio que poner en rostros preocupados.
Toda Cuba está con ellos ahora, en el camino de volver a levantar esta ciudad y a su gente una vez más.