En la conclusión de la Asamblea Provincial de Balance del Partido Comunista de Cuba (PCC) en La Habana, el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, llamó enfáticamente a apropiarnos de los elementos de la economía circular e implementarla en nuestra nación.
Recalcó en esa ocasión que un país «como el nuestro tiene que aprovechar todo y no dejar que se deseche nada, cada cosa que sea un subproducto de una producción o un desecho hay que incorporarlo, y ahora lo vimos muy bien aplicado por las formas de gestión no estatal en la feria de actores económicos», y convocó a «buscar máxima oferta de bienes y servicios a la población y diversificar las producciones».
Para muchos este nuevo concepto, que ha crecido impetuosamente en el mundo, especialmente en los países industrializados, es algo distante de nuestro quehacer diario en un país con las dificultades acrecentadas por un bloqueo económico, comercial y financiero del Gobierno de EE. UU., que ya cumplió seis décadas de criminal hostigamiento.
Precisamente, en Cuba y en los países en vías de desarrollo es donde más se puede aplicar esta modalidad, y falta hace implementarla rápidamente para beneficio de la población y del crecimiento de las empresas estatales y de las formas de gestión no estatal.
La economía circular es un modelo de producción y consumo que implica buscar nuevas formas de utilizar los materiales y productos existentes durante el mayor tiempo posible. Un recurso ampliamente utilizado por los académicos, al explicar esta modalidad, es el de «las siete R»: reducir, reparar, recuperar, renovar, reutilizar, rediseñar y reciclar.
Esta modalidad tiene múltiples beneficios económicos, sociales y ambientales. Al ser restaurativa, reduce la deforestación y agotamiento de los recursos naturales y disminuye los residuos sólidos y las emisiones de carbono, pues sigue el modelo cíclico de la naturaleza, que convierte los residuos en recursos, primando la reducción, reutilización y reciclaje de los elementos.
La economía lineal tradicional se basa en extraer, producir y desechar. La economía circular se basa en producir, consumir, gestionar residuos y utilizarlos como insumos para volver a producir.
Un ejemplo muy utilizado de esto último son los embalajes de madera, los conocidos palets, que se utilizan para hacer muebles. Igual ocurre con otras maderas reciclables que suelen ser desechos de la industria, como los baúles de transporte internacional y las tablas de encofrar. Actualmente hay varias empresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes) que se dedican a reutilizar el plástico para crear materiales y productos nuevos.
En Francia, una empresa privada de desguace de vehículos afirma que le da nueva vida y lanza al mercado de repuestos el 80 % de las piezas de los vehículos que procesa. En la Unión Europea se considera que alrededor del 93 % de los materiales de una computadora de mesa o portátiles son reciclables con las actuales técnicas de tratamiento en plantas autorizadas, y otro porciento ocurre con los componentes de los celulares.
Las famosas «ventas de garaje» también comenzaron en los países desarrollados porque son una forma eficaz de reciclar ropa, calzados y artículos domésticos. En Estados Unidos se estima que la cantidad de agricultores que dependen de la economía circular en sus empresas, en especial en la generación de electricidad por distintas formas, y la producción de abonos y fertilizantes, se ha visto como tendencia creciente desde 2014.
Otro ejemplo: desde 2012, la empresa privada estadounidense TerraCycle trabaja directamente con municipios y empresas para implementar programas de reciclaje de residuos procedentes de cigarros en 363 ciudades, evitando que más de 75 millones de toneladas de colillas y filtros acaben en el vertedero, los que son tratados para producir palets de plástico, y los residuos no aprovechables se emplean en producir compost para la agricultura.
La economía circular es un tema de gran actualidad en todo el mundo, hay muchos ejemplos de su uso y, sobre ella, seguiremos escribiendo, sin olvidar que lo más importante para controlar la actual inflación y llevar los precios a un nivel normal es incrementar la producción, especialmente de alimentos.