A 57 años de su caída en combate en Bolivia, el Guerrillero Heroico argentino cubano Ernesto Guevara de la Serna, el Che, es más que una figura legendaria forjada justamente en medio de la impronta de tiempos convulsos: además del ser humano extraordinario que fue, sigue siendo aliento vital que nos recorre, por la fuerza de su ejemplo y el arsenal indispensable de su militante pensamiento revolucionario.
Y no es querer hacer poesía a ultranza.
Fue asesinado por mandato de la CIA el 9 de octubre de 1967, un día después de su captura, luego de ser aniquilada su tropa, cuyos miembros dispersos se vieron obligados a vagar por un páramo en esa hermana nación donde sus hombres habían combatido antes junto a revolucionarios de la zona por la justicia y la libertad.
Hablando de Cuba es bueno decir que su presencia se percibe desde el bregar cotidiano hasta el espacio sin fin y en el Mausoleo levantado en su honor en Santa Clara, la ciudad de la batalla heroica dirigida por él que no lo olvida nunca, aun cuando duerme.
Sin embargo, tal pareciera que en estos tiempos de recrudecimiento del bloqueo imperial, incremento de campañas mediáticas mentirosas y de trabajar cada vez más en medio de numerosas dificultades, todavía para algunos sea más fácil invocar al Che solo heroico, que a aquel que fustigó sin piedad la desidia y era intransigente con lo incorrecto, la mala calidad, el irrespeto y la falta de eficiencia, sobre t