Cuba aspira a sembrar en la campaña tabacalera que comienza en octubre 20 000 hectáreas de la solanácea y lograr unas 25 500 toneladas de tabaco, a fin de dar respuesta a las demandas de la industria y la comercialización, que le reporta cada año millonarios ingresos.
En ese camino, las provincias productoras alistaron con tiempo sus semilleros para disponer de las posturas y hasta ahora no existen informaciones sobre daños en el tabaco por el paso cerca del occidente de Cuba del huracán Helene, con excepción de unas 25 hectáreas de semilleros dañadas en la Isla de la Juventud.
Las dos últimas campañas fueron pequeñas, debido al paso del huracán Ian, en septiembre de 2022, que se ensañó con el territorio más occidental de Cuba, donde se cultiva entre el 60 % y el 70 % del tabaco cubano y sus mejores hojas. Ian destruyó la mayor parte de la infraestructura de Vueltabajo para el secado.
De acuerdo con datos oficiales, los vientos de Ian, con categoría tres en la escala Saffir-Simpson, de cinco, devastaron unas 10 000 de las alrededor de 12 500 casas de cura natural de ese territorio. Hasta la fecha faltan por ser recuperaradas unas 3 000 de esas estructuras.
En la temporada 2023-2024 se plantaron 14 300 hectáreas y según Marino Murillo, presidente del grupo Tabacuba, “aunque se cumplió lo previsto, los rendimientos quedaron por debajo de los estimados”.
Apuesta por el tabaco
En declaraciones recientes ante la televisión estatal, Murillo señaló que se requiere incrementar la producción de manera que se pueda disponer de la materia prima que se necesita para el torcido de exportación.
En su opinión, los principales desafíos del sector están en lograr una mayor eficiencia y elevar los rendimientos agrícolas, distantes hasta ahora de las 1,4 toneladas por hectárea a las que aspira el grupo empresarial, constitutido en julio de 2 000 como la organización económica única del paí