LA HABANA, Cuba. – “No hay dinero”, “no hay liquidez”, “hay que eliminar los gastos excesivos” pero a México se fue de paseo una “no primera dama” cuyos gastos de viaje (al nivel de una figura presidencial) serán asumidos por quienes, a las puertas de octubre, aún esperan por los “mandados” de septiembre, por quienes sufren más de 15 horas de apagones porque no hay combustible y, sobre todo, por quienes hacen colas en farmacias y hospitales a la espera de que China, Rusia, la OPS o los Pastores por la Paz donen el medicamento que necesitan.
No hay dinero para producir alimentos, tampoco para importarlos pero, al parecer, en la construcción del socialismo es indispensable que, una vez más, el presidente viaje (en jet de lujo) y acompañado de una persona a la que ningún decreto, ley, o disposición redactada y aprobada por la Asamblea Nacional haya otorgado esas funciones oficiales de alto nivel que desempeña, y para las cuales requiere de la aprobación de un presupuesto (asumido por el “Estado”) puesto que, hasta donde intuimos, el salario que la señora Lis Cuesta recibe como empleada del Ministerio de Cultura, por mucho que lo ahorre, no le puede alcanzar para pagarse la ropa, los zapatos, prendas y carteras que, más allá del buen o mal gusto, evidentemente no han sido comprados en Shein.
Mucho menos podría pagar un equipo de seguridad que, al ser dos objetivos a proteger y no uno solo, debió ser, una vez más, reforzado con más efectivos a los que hay que costear gastos de alojamiento, comidas y todo lo que implique mantenerlos en servicio de manera eficiente durante el tiempo que dure el viaje.
Ni siquiera el destino y propós