El 18 de septiembre de 2024, Juan Juan Almeida publicó un video —grabado en la ducha— en el que anunció el deterioro del estado de salud de Raúl Modesto Castro Ruz y su posible fallecimiento.
Los «rumores» al respecto comenzaron a crecer. Más de una semana después (el 27 de septiembre), el menor de los hermanos Castro reapareció públicamente para recibir a To Lam, presidente vietnamita.
No obstante, una pregunta se reprodujo entre varios cubanos. ¿Por qué podrían demorar en anunciar el fallecimiento de Raúl si cuando murió Fidel Castro la noticia se dio de inmediato?
Lo primero es que no hay certeza de que la noticia de la muerte de Fidel se haya ofrecido al público cubano inmediatamente después de su muerte. No obstante, pocos pusieron en duda que hubiese sido dilatada por horas o días.
Sin embargo, la muerte de Fidel Castro se produjo en un contexto político diferente por completo al que vive Cuba hoy, lo cual pudiera justificar el manejo secreto del estado de salud de Raúl Castro.
CONTEXTO DE LA MUERTE DE FIDEL
Cuando Fidel Castro murió en noviembre de 2016, llevaba diez años en la práctica y ocho de manera oficial apartado del ejercicio del poder. Sus últimas instantáneas antes de morir lo mostraban como un hombre debilitado, muy distante de la imagen de «líder imponente e invencible» que siempre intentó proyectar incluso en su vejez.
Fidel Castro dejó el poder en 2006. Por motivos de salud, se apartó de forma «temporal» de sus funciones y las dejó en manos de su hermano Raúl, quien en ese momento detentaba los cargos de primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, ministro de las Fuerzas Armadas (FAR) con el grado de general de Ejército y segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
La delegación temporal pasó a ser definitiva cuando en 2008 —cinco días antes de que iniciara la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en la que realizarían «elecciones» para escoger los más altos mandos del país— anunció mediante un «mensaje» publicado en Granma que no «aspiraría» ni «aceptaría» el cargo de presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
La sesión de la ANPP que se desarrolló inmediatamente después del anuncio de Fidel Castro formalizó lo que era un hecho desde dos años antes, la entrega del poder real al más pequeño de los hermanos Castro.
Durante su gestión (2008-2018), Raúl Castro dio muestras de independencia. La línea ideológica y las ansias de conservar inmutable el Estado totalitario que le garantiza privilegios a él y a su familia fueron idénticas a las de su hermano. Sin embargo, el general de Ejército demostró ser capaz de impulsar reformas imperceptibles y efímeras y de tomar sus decisiones más allá del criterio de su hermano.
Un ejemplo claro fue la purga casi inmediata que realizó después de asumir oficialmente el poder y que terminó con la remoción de funcionarios cercanos a Fidel —quien después los calificó de indignos— y con el encumbramiento de personas de su círculo de confianza en puestos claves de poder.
También fue notable el acercamiento que promovió entre su Administración y la de Barack Obama entre 2014 y 2016. Un proceso que Fidel Castro rechazó al asegurar que el ofrecimiento de Obama de olvidar el pasado generaba el riesgo de un infarto a cualquier cubano después de seis décadas de «bloqueo». En aquella oportunidad, Fidel también sentenció de forma lapidaria: «no necesitamos que el imperio nos regale nada».
Después de la salida de Fidel del poder, Raúl Castro asumió la conducción del Estado totalitario, rodeado de algunos de los más importantes exponentes de la generación que luchó a su lado en la Sierra Maestra —como José Ramón Machado Ventura y Ramiro Valdés—. En ese momento, y a pesar de su avanzada edad, muchos los veían como personas con la suficiente legitimidad y vigor para suceder a Raúl Castro en caso de que este también faltara.
En resumen: cuando Fidel Castro murió no existía la imperiosa necesidad de retrasar el anuncio de su fallecimiento. La transición de poder que muchas veces se busca garantizar con el silencio de una noticia así estaba consolidada desde hacía una década.
CONTEXTO ACTUAL
Quien observe de manera superficial la realidad cubana actual podría pensar que existen similitudes con el contexto que prevalecía al momento de la muerte de Fidel Castro en 2016. Y correría el riesgo de considerar que, en caso de que la salud de Raúl Castro se hubiera deteriorado, o si hubiera fallecido, no existirían razones para dilatar el anuncio. Sin embargo, la realidad cubana no puede analizarse solo a partir de lo aparente. Los escenarios actuales, los verdaderos, difieren de manera significativa de los que se vivían en Cuba en 2016.
Aunque en 2018 se produjo una transferencia del poder formal en el país, muchos dudan que el poder real también se trasfiriera.
Aunque Díaz-Canel asumió la presidencia del país en 2018, en ese momento no tomó el control de la principal fuerza política que ha dominado al Estado durante años, el Partido Comunista. En una muestra de desconfianza, Raúl Castro afirmó entonces que el plan —plasmado luego en la Constitución— era que durante el primer mandato del nuevo presidente el predecesor seguiría supervisando la gestión desde la dirección del Partido. Así, durante los primeros años del mandato de Díaz-Canel, Raúl permaneció como primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Lo anterior permitió que, cuando Díaz-Canel tuvo que anunciar medidas importantes o trascendentales —como el «día 0» que marcó el inicio de la «Tarea Ordenamiento»— lo hiciera acompañado de Raúl Castro. La presencia de Raúl reforzaba la percepción de que Díaz-Canel era una figura instrumental, manejada por un «Estado profund