La noticia es que en caso de que el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, ganara, eliminaría inmediatamente los programas de CBP One y Parole Humanitario, e iría más lejos, revocaría los paroles concedidos ya a los inmigrantes. En el caso de los cubanos suman 100 mil los arribados a ese país por este programa.
«Prepárense para irse», dijo el exmandatario, aunque él mismo se encuentra casado con una extranjera residiendo en Estados Unidos.
«Lo revocaría. Y ellos se irían…», agregó Trump en referencia al Parole Humanitario, un programa instaurado en octubre de 2022 para venezolanos, pero luego extendido para cubanos, haitianos y nicaragüenses.
El programa ha permitido que más de 110 mil cubanos hayan ingresado en Estados Unidos desde su aplicación, en enero de 2023. Ha sido posible de una manera transparente, legal y segura, y sin tener que recurrir a la ruta irregular por tierra que conlleva tantos riesgos y costos.
El llamado «paról», en inglés humanitarian parole, autoriza la entrada a Estados Unidos por aeropuertos de hasta 30 mil haitianos, nicaraguenses, venezolanos y cubanos cada vez con un permiso de trabajo por un periodo de dos años.
No obstante, en el caso de las cubanos, la vigencia de la Ley de Ajuste Cubano les otorga un privilegio particular, puesto que les permite regularizar su situación migratoria sin mayores percances luego de residir al menos un año en territorio norteamericano.
Ya el candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos, JD Vance había adelantado la posición de su jefe: consideran que la entrada por parole humanitario es ilegal, y por tanto los que entraron utilizando esa prerrogativa no tienen derecho legal a permanecer en el país.
La plataforma política de Trump y Vance se basa, en buena medida, en la expulsión masiva de migrantes que ellos consideran ilegales, como una solución mágica a todos los problemas de ese país, y utilizando una retórica xenófoba en la que etiquetan a los migrantes como criminales. Por ejemplo, Trump ha dicho que su manera de resolver el problema de los altos precios de las casas y la dificultad para adquirir viviendas, se resolvería, mágicamente, con la expulsión de migrantes, para no hablar de la famosa alusión a que los haitianos en Springfield comen perros y gato