Manzanillo, Cuba, 26 sep.- Cada vez que un huracán nubla el cielo de la ciudad de Manzanillo, en la provincia de Granma, en el este de Cuba, el mar embiste contra el barrio Litoral y obliga a evacuar “tierra adentro”, por las inundaciones, a muchas de las 200 familias que lo habitan.
En cambio, cuando impera una calma meteorológica, “la mar” –como dicen en esta comunidad pesquera–, penetra sutil y constantemente, salinizando el manto freático y erosionando la costa hasta afectar cimientos de casas y pozos artesanales.
“Casi siempre el agua entra a esta zona. Es que las casas se construyeron demasiado cerca del mar y el manglar está deforestado”, dice a IPS la lideresa comunitaria Martha Labrada, de 65 años.
“La cuestión no es que la gente se vaya de las costas, sino que permanezca y aprenda a vivir en ellas, pero cuidándolas”: Blanca Estrada.
Labrada lleva 13 años como presidenta del consejo popular (organización de administración local) que abarca el barrio Litoral y unos dos kilómetros de franja costera en la que conviven alrededor de 5000 personas.
Asimismo, en su jurisdicción, alrededor de 0,2 kilómetros cuadrados de manglares se han deforestado o se encuentran en muy malas condiciones.
Manglares protectores
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) los manglares extraen hasta cinco veces más carbono que los bosques terrestres, aumentan el nivel del suelo y frenan así la subida del nivel del mar.
Este ecosistema costero, típico de zonas tropicales y subtropicales, suelen estar compuestos por un bosque cenagoso, una franja de mangle prieto (Avicennia germinans) y una de mangle rojo (Rhizophora mangle), la barrera más inmediata al mar y cuyos troncos absorben el impacto de las olas y protegen ante situaciones climatológicas extremas.
Los manglares actúan de viveros de alevines de peces y refugios de abejas melíferas dentro de una enorme variedad de fauna y flora.
Además, funcionan como un área protectora de agua “dulce”. Si se degradara, la sal de las aguas marinas se introduciría con mayor facilidad en las cuencas hidráulicas subterráneas, contaminando la potabilidad de este líquido e inhabilitando pozos ubicados a kilómetros tierra adentro.
Protegerse del mar
El reparto (como se llaman en Cuba a los barrios) de Litoral es uno de los más vulnerables del municipio ante el cambio climático porque colinda con los manglares, pero no es el único en esa situación.
En Manzanillo existen seis consejos populares que se hallan en contacto directo con la costa. Son unos 60 000 habitantes los que sufren las consecuencias de ello, casi la mitad de la población total del municipio situado a unos 753 kilómetros al este de La Habana.
Por eso, nació en los barrios y pueblos rurales de Manzanillo la necesidad de buscar soluciones al problema del ascenso del nivel del mar.
Para contrarrestar esa perspectiva, a partir de 2018 surgieron pequeños proyectos comunitarios, promovidos también por un plan nacional de enfrentamiento al cambio climático conocido como Tarea Vida, que había lanzado el gobierno central un año antes.
Llegaron a conformarse en el municipio 23 iniciativas, que luego se unieron a un solo proyecto de escala nacional llamado Mi Costa, explicó a IPS la coordinadora del proyecto en Manzanillo, Margot Hernández.
Mi Costa propone crear condiciones de resiliencia al cambio climático a través de soluciones de adaptación basadas en fortalecer los beneficios que brindan los ecosistemas costeros. En esencia, su tarea principal consiste en reforestar y rehabilitar nada más y nada menos que los manglares.
“Además, hay que cambiar hábitos de vida. En eso estamos trabaj