Unos gritos en ruso, seguidos de un gran estruendo, despertaron a Yoel en una fresca madrugada del verano moscovita. El hostal donde se alojaba, en la zona de Vidnoe, al sur de Moscú, fue el epicentro de una de las frecuentes redadas policiales en locales que albergan migrantes. Más de 75 cubanos, incluyendo mujeres y algunos menores, en su mayoría en situación irregular, terminaron esa noche en un establecimiento policial. «Lo desbarataron todo, dicen que estaban buscando drogas o armas, no sé bien. El caso es que cargaron con todos nosotros para una unidad y ahí nos quedamos hasta el otro día, tirados por el suelo y donde podíamos. Es de los momentos más duros que he pasado en Rusia», relató.
Yoel, un habanero de 32 años, fue de los primeros en salir en libertad. A pesar de que se encuentra en Rusia de manera irregular desde 2021, los cuños en su pasaporte indicaban que estaba aparentemente «legal». Llegó, como la mayoría de los cubanos, en calidad de turista, para lo que existe un acuerdo de exención de visado entre ambos países. Hacía solo 2 meses que había viajado a Armenia para reiniciar el conteo de los días de estancia permitidos en territorio de la Federación Rusa. «Aparentemente legal», pues, aunque la ley actual estipula que los turistas pueden permanecer en el país 90 días en seis meses, hasta ahora las autoridades no solían chequear las estancias previas.
Otros, que ya habían superado el tiempo reglamentario, estuvieron algunos días detenidos, pero finalmente los soltaron con una multa y una orden de deportación. «Tuvimos suerte, después de todo. Conozco personas que están o han estado meses en centros de detención, hasta que logran que alguien les pague su pasaje a Cuba», explica Yoel.
No es país para migrantes
En 2025 las cosas podrán empeorar para los extranjeros en situación irregular, incluyendo a miles de cubanos, cuando entre en vigor una nueva ley de inmigración que firmó en agosto el presidente ruso, Vladímir Putin, tras un rápido paso por la Duma Estatal (Parlamento ruso).
La legislación federal, entre otras cosas, establecerá un nuevo régimen jurídico de expulsión para los inmigrantes que no tengan motivos legales para encontrarse en territorio ruso, autorizará a las fuerzas del orden a deportar sin juicio previo, y reducirá el tiempo de permanencia sin visado a 90 días en el año. Se prevé la restricción de algunos derechos de los ciudadanos extranjeros en situación irregular, como la libertad de movimientos o el cambio de lugar de residencia sin autorización. Además, se les prohíbe conducir vehículos, contraer matrimonio, acceder a líneas telefónicas, abrir cuentas bancarias, recibir créditos o transferir dinero. También se aplicarán mayores medidas de control por parte de las autoridades.
Con el objetivo de frenar la inmigración ilegal, más de 20 nuevos proyectos de ley elaborados por la Comisión de la Duma Estatal sobre Política Migratoria han sido enviados al Tribunal Supremo y al Gobierno de la Federación Rusa y deberán discutirse y ser aprobados próximamente.
En los últimos años se ha notado un recrudecimiento de los controles, redadas y expulsiones de migrantes. El ambiente hostil se ha intensificado desde marzo, tras el ataque terrorista en la sala de conciertos Crocus City Hall, en las afueras de Moscú, que dejó 145 muertos y más de 550 heridos, y del que se acusa a nacionales de Tayikistán. Este y otros hechos, sumados a la postura de las autoridades, ha llevado al aumento de expresiones de racismo y xenofobia en la sociedad rusa.
«Las autoridades están tajantes. En el metro ha aumentado la seguridad, hay mayor cantidad de puntos policiales para poder controlar la documentación de los inmigrantes. Si vas en un taxi, paran al taxista [frecuentemente extranjero], le piden la documentación, pero si ven que tú eres extranjero, te piden los documentos también. Yo he ido en mi propio carro y me han parado sin motivo para revisar mis documentos», relata Pedro Luis García, un joven cubano con familia y ciudadanía rusas, que vive hace una década en Moscú.
Aunque los controles y redadas suelen estar dirigidos básicamente a ciudadanos de Asia Central (de las antiguas repúblicas soviéticas), que son mayoría entre la población extranjera, los cubanos no se libran. Los migrantes procedentes de la isla, cada vez más, son foco de atención de las autoridades por su frecuente condición de irregulares, debido a las escasas vías legales para establecerse.
Por su trabajo como asesor jurídico y creador del canal de Youtube Moscowexpress, cubanos en Moscú, Pedro ha estado al tanto de muchos casos de deportación y ha notado una aplicación más estricta de las leyes en los últimos meses.
«Uno de mis clientes está a punto de casarse con una ciudadana rusa, ella está embarazada. Él está pendiente de juicio por una vez que se pasó 15 días del plazo establecido. Ahora está en riesgo de deportación y prohibición de entrada por 10 años».
En parte, esto se debe —explica Pedro— a que ya se está implementando un registro digital en el que se hace un perfil de cada extranjero cuando entra o sale del país, el cual queda en la base de datos de las autoridades migratorias. Además, el Ministerio de Desarrollo Digital de Rusia propuso un proyecto piloto para la toma de datos biométricos a ciudadanos extranjeros, y a quienes ingresen en territorio nacional sin visado, que comenzaría a implementarse este mismo