El grupo celebrando un cumpleaños en uno de los Hogares de niños sin amparo filial que atienden. Fotos: Cortesía de los miembros del proyecto.
“Es una cuestión de disciplina – me dijo más tarde el principito – . Cuando uno termina su aseo por la mañana, debe hacer, con sumo cuidado, el aseo del planeta…”
En la Tierra hay suciedad; a la hora de crear el planeta se colaron errores. Si abrimos ligeramente la ventana, podemos verlo, admirar el problema desde una posición que no causará ningún peligro. Tenemos dos opciones: cerrar la ventana y olvidarnos de aquello que vimos, o tomarnos el atrevimiento de arrancar la ventana del marco, para quitarle la sed a un suelo con más quiebres que vidas.
Ella, desde niña muy sensible por aquellos que necesitaban ayuda, decidió crear un grupo que remediara eso: los errores que se lograron colar en el planeta. La niña creció, y decidió salir en busca de más soñadores como ella, que la ayudaran a desarmar la ventana, clavo por clavo.
El 27 de junio de este año surge “El principito” un proyecto de apoyo humanitario integrado por estudiantes de primaria, secundaria, técnicos, jóvenes universitarios, jóvenes trabajadores, médicos, músicos, escritores, personal de la salud, adultos mayores, trabajadores por cuenta propia, emprendedores; personas de toda índole que buscan un cambio.
En honor a uno de los primeros libros que se adquieren en la niñez, apodaron al proyecto: “Su lectura nos transmite conexiones profundas y sinceras, que pueden dar sentido a nuestras vidas aprendiendo valores de amor, amistad, incluso sobre el sentido de la naturaleza humana. La frase《Lo esencial es invisible a los ojos》resume lo que hago con mi equipo”, comentó Yoana Ordoño, fundadora del proyecto.
“… Por lo menos su trabajo tiene sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga