Llegué a AM:PM a mediados de 2018, cuando el muñeco estaba casi armado, «a punto de parir», como se diría. El primer número de la revista tenía en la portada una prueba positiva de embarazo. No podía ser de otra manera, porque la revista de música cubana Magazine AM:PM se convirtió en el hijo prodigio de un grupo de talentosas e innovadoras personas que dedicaron casi seis años a mantenerlo fuerte y saludable en un país cada vez menos fértil.
Lo vieron dar sus primeros pasos. Lo vieron saltar obstáculos. Lo vieron crecer y el 16 de septiembre de 2024 los obligaron a despedirse de él.
La primera reunión de Magazine AM:PM, antes del lanzamiento, la hicimos en el suelo de un apartamento sin muebles y con una imagen de Santiago Feliú que nos observaba desde la pared. Como una especie de virgencita o figura canónica protectora de lo que se desarrollaba, una revista independiente sobre música popular cubana.
El nombre partió de un evento que desde 2015 —y hasta 2019— se realizó en la Fábrica de Arte Cubano, AM:PM «América por su Música». Un espacio que buscaba la visibilidad de la música cubana y apostaba por el networking entre artistas de la región. Además de conciertos —en los que subieron al escenario figuras como Mateo Kingman o Céu—, el evento ofrecía seminarios gratuitos sobre música, tecnología y «modelos alternativos de gestión».
Años después, Rafael «Rafa» González Escalona —director de la revista—, reveló en una entrevista para el portal Fonoma que el nombre de la publicación iba a ser otro, Revista Circadiana. Pero desistió tras el consejo de amigos diseñadores.
Regreso al recuerdo de la primera reunión.
En un círculo estaban periodistas, comunicadores, gestores culturales, productores e ilustradores que amaban la música cubana y habían encontrado un vacío entre los medios independientes y una pata floja en el espectro del oficialismo. Se necesitaba una plataforma para desarrollar el periodismo musical que fuera capaz de explorar el amplio y complejo ecosistema de la música cubana.
Siempre hablo de ellos en tercera persona porque yo era —y creo que aún soy— una neófita sobre música cubana. En aquel entonces, mi conocimiento sobre el panorama sonoro de la isla se limitaba a algunos discos de Habana Abierta y a un par de trovadores —entre los cuales, debo admitir, no figuraba ni siquiera Santiago Feliú—. Aún con 22 años pensaba que si te gustaba Soda Estéreo no te podía gustar Chocolate MC. Podías bailar «Guachineo», pero solo con ciertos niveles etílicos en sangre. Mi vida era muy triste antes de AM:PM.
Rara vez hubo agua potable durante los encuentros fecundos del personal de la revista. Pero nunca faltó el café, no importaba si era el de la bodega o el de la shopping. El vicio nos unificó y dio vida a Cafeto, la «mascota» antropomorfa con cara de cafetera italiana que acompañó la revista desde su edición cero. El número cero, disponible en PDF, contaba con casi una veintena de textos que abordaban temáticas tan amplias como las experiencias de cuatro sellos autogestivos en Cuba, una playlist curada por el mismísimo Eduardo Cabra —exintegrante de la agrupación puertorriqueña Calle 13—, y hasta un poema de Mane Ferret, cantautora cubana residente en España. La primera entrega también se lanzó con la siguiente pregunta: «¿Por qué intentar hacer una revista más en Cuba, donde, además de los problemas económicos, hay que enfrentar las (a veces insalvables) trabas burocráticas?»
Me fui de Cuba en septiembre de 2018 rumbo a España, solo cuatro meses después del lanzamiento de Magazine AM:PM. Como tantas familias cubanas en la diáspora, me tocó ver crecer al hijo prodigio desde lejos. Desde la lejanía, ahora también me tocó hacer duelo.
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El lunes 16 de septiembre el equipo de AM:PM publicó una nota titulada «Un break (no deseado)» en la que anunciaba una pausa indefinida a raíz de la creciente presión y acoso de órganos de contrainteligencia cubanos contra su director, Rafael González Escalona. La noticia fue un golpe directo en la nuca para lectores y colaboradores, dentro y fuera del país.
Durante seis años, el equipo de AM:PM mutó de muchas formas en correspondencia con el contexto cubano y las oleadas migratorias, pero nunca perdió su esencia: celebrar la música cubana. Más de 1 400 trabajos originales —firmados por cerca de 300 autores—. Por ahí pasaron grandes como el poeta y ensayista Sigfredo Ariel Pérez, de quien nos tuvimos que despedir en 2020 cuando falleció de cáncer; la investigadora Rosa Marquetti, con quien aprendí sobre la historia musical cubana y sobre las batallas contra las lógicas colonialistas; el dramaturgo Norge Espinosa, quien siempre estuvo presente para hablarnos sobre diversidad; la escritora Legna Rodríguez Iglesias; el músico Abel Lescay, expreso político del 11 de julio de 2021.
Lo anterior, sin contar entrevistas a artistas de la calidad de Albertico Rodríguez, el hombre detrás de las grabaciones inéditas de Celia Cruz; la cantante española Silvia Pérez Cruz; la polémica rapera Danay Suárez; Roldán González Rivero, exintegrant