Entre el 2022 y 2023 Cuba perdió un 18% de su población. En cuestión de poco tiempo los cubanos se ubicaron entre Miami, Madrid y alguna que otra ciudad, sobre todo la gente joven, que carga en su maleta diversos talentos, fuerza de trabajo, títulos universitarios, proyectos, emprendimientos que no encuentran en Cuba dónde florecer.
Cuando preguntas qué preocupaciones les son comunes a los que se fueron, sea cual sea la latitud y el momento de la vida en el que están, hay una respuesta que se repite sobre todas: la sensación de que el país que extrañan no existe. No existe en el sentido material: el paisaje cubano ha cambiado, la arquitectura, los sabores, los olores, el divertimento, y en el sentido espiritual: no queda ningún amigo, los sitios en los que guardamos recuerdos importantes ya no están, como probablemente no estén nuestros padres, y nuestros abuelos hayan fallecido, se haya vendido la casa de la infancia o los objetos personales hayan sido regalados para vaciar las habitaciones y las maletas. Tampoco existe nuestro librero porque lo llevamos a otra ciudad que tampoco es nuestra casa. Entonces conoces esa condición tan nueva que es el desarraigo, «no soy de aquí ni soy de allá», dijera el poeta.
No es, sin embargo, un llanto trillado por la emigración. Salir de Cuba en sus condiciones actuales es un logro personal, sobre todo en el ámbito profesional. De pronto en la Isla muchos sentimos que no teníamos nuevos proyectos que explorar; luego sales y descubres (una sensación primeriza, bastante ingenua) que todo lo que te propongas es posible.
Magazine AM:PM anunció el pasado 16 de septiembre en sus redes «Un break no deseado» y enseguida el feed se llenó de la triste imagen de Cafeto (el personaje que da vida al espíritu de la revista) desconectando el plug. Muchos autores, en solidaridad, compartieron sus textos entre los 1400 originales que se atribuye la revista; la gente compartió sus memorias con el equipo, y los estudiosos mencionaron el arduo trabajo del medio como promotores, divulgadores y guardianes de la cultura cubana. Lo que realmente unía cada uno de los pesares era la sorpresa: cómo es posible que una revista de música cubana haya sido la más reciente víctima de la censura cultural.
Lo que ocurre es que, luego de seis años de fundada, Magazine AM:PM crecía de formas tremendas: ya estaba en el sitio de ser voz autorizada, que no es poca cosa teniendo en cuenta el lugar que la música ocupa en nuestra identidad. Seis años de rescatar y lustrar el patrimonio, de construir un archivo sin abandonar la sistematicidad y perspicacia para descubrir, entender y amplificar lo nuevo. Seis años de una plataforma en la que también la gráfica era fundamental: Magazine AM:PM era un espacio vital para la tradición cubana del cartel y el diseño; premios nacionales o no, la lista de virtuosos en los créditos