La primera bailarina Viengsay Valdés festejó este 14 de septiembre sus 30 años de vida artística profesional, una extraordinaria carrera en la que ha cosechado no solo la admiración del público cubano, sino importantes reconocimientos en escenarios internacionales.
Transformada ella misma en espectáculo, un logro de artistas de élite, solo conseguido con talento, tesón y madurez plena, la actual directora del Ballet Nacional de Cuba (BNC) consiguió hacer vibrar al público del Teatro Nacional como al de un estadio deportivo.
Si una pieza compagina muy bien con la osadía de Valdés es “Non, je ne regrette rien” (No, no me arrepiento de nada), coreografía del belga Ben van Cauwenbergh, sobre uno de los grandes éxitos de la célebre cantante francesa Édith Piaf.
En noviembre de 2010, Valdés se convirtió en la primera bailarina local en incorporar esa obra al repertorio del BNC, por sugerencia de uno de sus partenaires, el gran Carlos Acosta, quien supo ver en ella la mezcla de potencialidades dramáticas y virtuosismo guiados por una personalidad magnética.
“Celebrar la existencia de Viengsay Valdés es un lugar común en nuestra época. Más allá de su juventud, el talento desplegado a lo largo de tres décadas, para el arte del ballet es una realidad palpable, a simple vista”, confesó la escritora Nancy Morejón al proferir las palabras de elogio a la homenajeada.