Foto: captura de pantalla / elTOQUE.
11 / septiembre / 2024
El «paquete semanal» siempre ha estado en riesgo porque es un negocio que ha persistido en un entorno de «alegalidad», como muchos otros en la isla.
En los Estados de derecho, por lo general, rige el principio de que está permitido lo que no está expresamente prohibido por la ley. Sin embargo, en Cuba predomina —desde hace varias décadas y a pesar de algunas modificaciones recientes— un principio que va en contra de la lógica que defiende la ciencia jurídica. En la isla —donde la discrecionalidad de las autoridades a menudo suplanta las disposiciones legales—, la ley es entendida como elemento habilitante. ¿Cuántas veces policías y funcionarios cubanos refieren que alguna actividad no está permitida a pesar de que la norma no la prohíbe?
La anterior ha sido la lógica que las autoridades han aplicado al paquete. Un negocio que en muchos lugares del mundo no tendría cabida —porque se basa en el lucro mediante la violación de derechos relacionados con el copyright o con las facultades de los autores y productores de obras audiovisuales (piratería)—, en Cuba se convirtió en una fuente de ingresos tolerada por las autoridades, pero nunca «legalizada».
Mientras existió el listado de actividades permitidas, las autoridades cubanas no crearon una licencia que de forma expresa regulara o validara la labor de los paqueteros. Por esa razón, durante mucho tiempo los comercializadores del paquete semanal utilizaron de tapaderas licencias análogas como la de vendedor de discos y la de reparador de equipos de cómputo. El empleo de analogías condicionó que el negocio del paquete semanal fuese desde el inicio una actividad «riesgosa».
No obstante, desde hace décadas en Cuba ha sido riesgosa la actividad de intercambio de información. El paquete semanal —en tanto sucesor de los bancos clandestinos de películas que se reprodujeron en los primeros años del siglo XXI— heredó el riesgo y la tolerancia mediada por el control de los contenidos de negocios similares que lo precedieron.
El paquete semanal aprovechó Internet y los avances tecnológicos para llevar el negocio de la distribución de películas y la venta de discos piratas a un nivel superior. La digitalización permitió el aumento en la cantidad de materiales disponibles y transformó el paquete en un medio para compartir no solo entretenimiento, sino también información noticiosa y diversa. El paquete se convirtió en el depósito de numerosas revistas independientes que comenzaron a aparecer en formato PDF entre 2014 y 2016. Así, el paquete semanal llegó a ser lo que algunos llamaron la «Internet offline de Cuba».
Pero la «Internet offline de Cuba» no podía desarrollarse al margen de un Estado totalitario que intenta controlar la información que pueda servir para la activación social o que sea crítica. Para facilitar el control y aprovechar las oportunidades que ofrecía, las autoridades cubanas han mantenido, hasta el día de hoy, el paquete semanal en una zona de «alegalidad» (ni prohibido ni permitido). Amparadas en la idea de qu