Para nada nos sorprenden el salto que las políticas con perspectiva de género han tenido en Cuba, en especial, por su discurso más integral desde el 2021 hasta la fecha. Sin embargo, también es real la falta de fortalecimiento metodológico de algunas como el Programa de Adelanto a la Mujer, aprobado en su última versión por Decreto presidencial, así como la falta de institucionalización de estas en un país muy cambiante. Por lo que digamos que no ha sido suficiente, el modo en que dichas políticas públicas han irradiado esferas como los medios de comunicación, la enseñanza en todos los niveles, y la propia percepción que existe de estas en las prácticas y principios laborales.
Las universidades cubanas, constituyen uno de esos espacios donde se requiere una mayor apropiación de las políticas de género y por tanto, una reformulación del concepto de equidad, frente a la naturalización de patriarcalismos, el colonialismo académico y la creciente capitalización de la vida.
La equidad social, un concepto que debe ser reformulado
La equidad social significa una distribución igualitaria de las responsabilidades, recursos y oportunidades entre mujeres y hombres en la sociedad; el reconocimiento del ciclo económico completo, de las múltiples formas de trabajo que garantizan la reproducción y desarrollo de las fuerzas productivas, con especial atención en aquellas que han permitido procesos históricos de acumulación por no ser remuneradas; la compensación de todas las formas de trabajo; y la representación en múltiples esferas sociales de la realidad de todos/as, de su actividad y necesidades particulares, como una perspectiva política, social-individual y científica.
Estos derechos deben ser expresados simbólica, normativa e institucionalmente[1], por lo que es responsabilidad de las instituciones educativas, específicamente las universidades, en tanto espacios laborales de formación, institucionalizar la perspectiva de género e incorporarla a la esfera jurídica-reglamentaria. De esta forma se concibe el proceso como una «práctica vigilante»[2] sobre las formas de producción e intercambio simbólico, asi como de los procesos de comunicación e interacción dentro de las instituciones.
En ese sentido, el diseño de Planes de equidad en las instituciones de Educación Superior en Cuba, encuentran un abanico de posibilidades en el escenario actual de políticas públicas. Pero este escenario también supone retos, el más complejo, desmitificar la noción de que la formación universitaria impacta a todos/as por igual, y reconocer sus diferencias[3].
Experiencia en la universalización de la perspectiva de género: El caso de Universidad Nacional Autónoma de México.
Las políticas de género en las universidades coinciden con la lucha por las condiciones de igualdad entre todas las personas y en la necesidad de fomentar espacios libres de vio