Los recursos humanos de un país son sumamente importantes. Sobre todo, si ese país es Cuba, que no cuenta con grandes riquezas naturales para desarrollar su economía. En este escenario, lo que puedan producir con sus manos e inteligencia las personas que formen parte de la nación es un asunto crucial.
La Isla no ha podido construir, en ninguna de sus etapas históricas, una economía autosuficiente. Siempre dependió de la potencia económica de turno o de aliados estratégicos para satisfacer, de forma general, las necesidades del país. A partir de 1959, la revolución cubana ofreció un empleo a cada persona que quisiera trabajar. Muchos sectores de los menos favorecidos en la república liberal, como las personas negras y las mujeres fueron, poco a poco, ganando en representación en el acceso a los estudios profesionales y empleos de mayor calidad. Aunque también es cierto que siguieron existiendo grandes brechas en la desigualdad. No obstante, de forma general, el gobierno aseguró siempre trabajo a quien lo necesitara durante casi tres décadas.
Muchos sectores de los menos favorecidos en la república liberal, como las personas negras y las mujeres fueron, poco a poco, ganando en representación en el acceso a los estudios profesionales.
A partir de la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del Campo Socialista, la Isla entró en una nueva etapa socioeconómica llamada Período Especial en Tiempos de Paz, de la cual no se ha salido aún.
En esos años se autorizó, por primera vez desde 1968, a que algunas personas trabajaran de manera autónoma sin pertenecer al Estado. No obstante, fue una cifra muy pequeña con respecto al porciento de la población que trabajaba para la maquinaria estatal. Incluso en condiciones sumamente difíciles para la economía, se aseguró también el empleo a los trabajadores. Sin embargo, entre otros efectos negativos, esto determinó que en muchos de los casos las empresas fueran ineficientes, debido a no poder contratar ni disponer de forma dinámica de los recursos humanos.
A fines de la primera década del siglo XXI y a partir de la llegada al poder de Raúl Castro hasta hoy, se impulsó una serie de cambios significativos en materia de políticas y se sucedieron varios eventos que impactaron el empleo en el país. Se enunciaron los Lineamientos del Partido Comunista de Cuba, la fallida apertura con la administración Obama en los Estados Unidos, la llegada de Donald Trump al poder, la nueva Constitución de la República, los efectos de la devastadora pandemia de covid-19, la Tarea Ordenamiento, la autorización de empresas privadas y el extraordinario éxodo de población. Estas son algunas de las transformaciones donde el análisis de los recursos humanos se vuelve esencial.
Si durante años casi la totalidad de la Población Económicamente Activa (PEA) laboraba solo para el Estado, ya esa no es la realidad hoy. La Encuesta Nacional de Ocupación de 2022, publicada por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei) muestra que la PEA en ese año fue de 4 765 628 y decreció respecto al 2020 en 4, 28% (212 860 personas), dado que crece la desocupación.
Los economistas llevan años aconsejando una reforma integral en pos de que las fuerzas productivas se desaten y aumente la riqueza producida y distribuida en la sociedad. Por muchas razones esto no ha ocurrido.
¿Todo el mundo cuenta?
Para administrar una economía de manera eficiente hay que tener acceso a información estadística de calidad sobre la población y sus características.
En las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, desarrollada en julio del 2024, se reveló que más de un millón de personas había emigrado