EL LECHERO, REALENGO 18, Guantánamo. –Los unos cabalgaban por caminos angostos de la intrincada localidad. De la presencia del otro, a decenas de metros, dio cuenta la melodía de unas cuerdas, impronta de dos manos en mocedad, que aferradas al instrumento buscan la excelsitud. Esta vez, de paso por un hogar que es raíz en el montañoso sitio salvadoreño.
A sus 12 años de edad, Gerson Sánchez Baratute lo tiene claro, «no hay vacaciones para un estudiante de música, el instrumento y la práctica me acompañan, aunque mi cuerpo y mi escuela reposen». Eso explica que, a menos de dos semanas del inicio del curso escolar, mientras otros de su edad mataperreaban a mitad de la mañana por estos predios, en la sala de la casa de su t