Cada vez más cubanos, sobre todo jóvenes y mujeres, están dejando atrás los trabajosos tratamientos de “desriz” para usar sus ondulados cabellos al natural, una tendencia con la que buscan reafirmar su origen afrodescendiente.
Hasta hace tres años, la estudiante de medicina Thalía Quesada tenía una melena lacia cayendo en puntas. Entonces, decidió romper el estereotipo de lo que incluso en su propia familia se consideraba bello y comenzar a lucir su ensortijada cabellera afro que ahora se extiende voluminosa y suelta en todas las direcciones.
Cada vez más cubanos, sobre todo jóvenes y mujeres, están dejando atrás los trabajosos tratamientos de “desriz” para usar sus ondulados cabellos al natural, una tendencia con la que buscan reafirmar su origen afrodescendiente.
Un fenómeno que además está dando lugar a una fuerte comunidad en la cual se mezclan dueños de pequeños negocios artesanales especializados, modelos, diseñadores de moda, maquillistas, estilistas y público en general, comentaron expertos.
A partir de la experiencia de lo que ella llamó su “transición”, Quesada, de 24 años, terminó lanzando una marca que comercializa aceites, cremas y ceras a base de productos naturales –-coco, linaza, romero– con las que busca beneficiar a sus compatriotas mulatas y negras en la isla interesadas en proteger sus rizos sin estirarlos y con precios asequibles al bolsillo de sus compatriotas.
“En nuestro país antes era muy complicado conseguir estos productos para el cuidado específicamente las pieles negras y los cabellos afrorizados”, comentó a The Associated Press Quesada, una estudiante de medicina quien participó este fin de semana de la primera convención de afroestética de la isla con su marca ThaliAfro.
Varios cientos de personas acudieron a la actividad donde hubo charlas sobre el contexto racial cubano y su raigal mestizaje; desfiles de moda, talleres de maquillaje. El evento culminó el sábado por la noche con una competencia en un parque habanero de peinados y arreglos para este tipo de melenas en el cual se inscribieron 125 personas, que no eran modelos sino sencillamente i