El boxeo profesional regresó a la capital cubana tras más de cinco décadas; retornó al Coliseo de la Ciudad Deportiva, sitio del que jamás debió irse.
Directivos del deporte de la isla y funcionarios del Gobierno que vetó el profesionalismo y lo bautizó de «deporte rentado» aplaudieron en primera fila el cartel inaugural de la «Noche de Campeones».
Atrás quedaban años de censura del boxeo profesional y de calificaciones absurdas a otras disciplinas, como la de «pelota libre frente a la pelota esclava» que dejara para el recuerdo el fallecido gobernante cubano Fidel Castro.
«Poderoso caballero es don dinero», reza un verso de Quevedo de hace unos cuantos siglos y ha sido el mismo «caballero» quien ha abierto las puertas del Coliseo habanero al intercambio de golpes por cientos de miles de dólares de premio.
Julio César La Cruz —bicampeón olímpico y capitán de la escuadra cubana de los Domadores— hablaba, en la sesión de pesaje realizada en el Parque Central capitalino ante decenas de aficionados, de «adrenalina» después de «tanto tiempo» y de su felicidad porque era uno de los protagonistas del cartel de la semana.
El púgil camagüeyano (que cayó en su primera pelea de los Olímpicos de París 2024) subió al ring capitalino ante el uzbeco Madiyar Saydrakhimov aupado por un cheque de 120 000 dólares que se llevó a sus bolsillos. Lo mismo hizo el olímpico Arlen López contra el dominicano José Luis Tejeda.
La escuadra de los Domadores antillanos barrió en sus seis peleas en casa y sumó incentivos económicos para un deporte diezmado por las fugas.
«Creo que esto va a impulsar a la IBA [Asociación Internacional de Boxeo] y a las autoridades del deporte mundial a hacer otros eventos como este aquí, en Cuba, y va a revivir nuevamente a la escuela cubana de boxeo», apuntó La Cruz a la prensa especializada.
Castro eliminó el profesionalismo en el deporte en 1961, en su cacería particular contra el «capitalismo» y su enfermizo igualitarismo que tanto daño hizo a miles