SAN LUIS POTOSÍ, México.- La reciente muerte del joven preso político Yosandri Mulet Almarales, de 37 años, luego de haber intentado quitarse la vida, recuerda que la libertad y la justicia se pagan muchas veces con la vida.
Su condena de 10 años por las protestas del 11 y 12 de julio en La Güinera, La Habana, y su muerte, fueron el sacrificio por la causa de la democracia y de la libertad en un país donde sus habitantes son censurados y coaccionados por gobernantes que prefieren perpetuarse en el poder a toda costa, incluso, a costa de la vida de sus ciudadanos.
Mulet Almarales intentó por segunda vez, este 22 de agosto, quitarse la vida durante un pase del centro penitenciario donde realizaba trabajo forzado.
Saltó al vacío desde el Puente de Calabazar, cercano a su residencia en La Habana, y se mantuvo agonizando tres días en la unidad de terapia intensiva del hospital Julio Trigo, hasta que falleció, de acuerdo con la información aportada por fuentes familiares a Martí Noticias.
Mulet Almarales fue sancionado por acusaciones de “sedición” tras participar en las protestas del 11 y 12 de julio de 2021 en la barriada La Güinera.
Las autoridades lo imputaron por “acatar las reiteradas exhortaciones divulgadas por las redes sociales que incitaban al pueblo de Cuba a manifestarse, violenta y simultáneamente, en diferentes localidades y desconocer la autoridad de instituciones estatales cubanas”.
El joven había intentado también terminar con su vida en junio de 2022, en la prisión Combinado del Este, donde estaba recluido.
Luego del acto fallido, la institución penitenciaria se negó a otorgarle una licencia extrapenal y en su lugar, lo pasaron a un régimen menos severo en el Campamento de Trabajo Forzado “Toledo”, en el municipio