Varias películas cubanas han recibido premios en diversos festivales internacionales y son reconocidas entre las mejores del cine iberoamericano y mundial. Pero solo una decena ha sido restaurada y muchas se encuentran en peligro de un deterioro irreversible, lo que afectaría parte importante del patrimonio audiovisual del país.
El mantenimiento de ese patrimonio requiere políticas constantes y modelos de desarrollo que preserven y respeten su diversidad y singularidad. El Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) se ha propuesto recuperar de las bóvedas de su archivo fílmico y crear vínculos, a partir de la Cinemateca de Cuba liderada por el investigador Luciano Castillo, con universidades e instituciones foráneas, para salvar un patrimonio cuyo interés ha permitido colaboraciones con Estados Unidos, España, Alemania y Francia.
El patrimonio audiovisual cubano abarca, sin embargo, mucho más que lo creado por el Icaic a partir de su fundación en 1959. Habría que incluir las realizaciones anteriores a esa fecha y, además, las producciones para televisión nacional y de los telecentros y canales locales, y las de los Estudios Fílmicos del Minfar y la Cinematografía Educativa.
También están las producciones independientes, cuya recopilación y conservación es un punto subrayado por la Asamblea de Cineastas Cubanos; así como las obras del movimiento de cine aficionado, vinculados o no a la Federación Nacional de Cineclubes de Cuba.
Un experto de EE.UU. en Gibara
Durante el 18 Festival Internacional de Cine de Gibara, el panel “Patrimonio cinematográfico: una apuesta por los valores culturales” reafirmó la idea de que todo lo anterior forma parte de la herencia cultural y debe ser preservado. Un especialista estadounidense presente en el encuentro, Josef Lindner, subrayó:
“No es solo el celuloide realizado con propósitos artísticos, sino también las películas de educación y de publicidad, los videos caseros y los registros audiovisuales personales, porque todo eso refleja la vida cotidiana y los sucesos históricos. Además, hay que considerar las salas de cine donde se exhiben las películas y la cartelística y la fotografía sobre cine”.
Con ayuda internacional, la Cinemateca ha conseguido restaurar algunas películas de Tomás Gutiérrez Alea (Titón) en los últimos años. Memorias del subdesarrollo (1968) se restauró gracias a The Film Foundation, fundada en 1990 por el cineasta estadounidense Martin Scorsese.
Mientras, la restauración de los largos de ficción La muerte de un burócrata (1966), Una pelea cubana contra los demonios (1971), La última cena (1976) y Los sobrevivientes (1978) y del documental El arte del tabaco (1974) se debe a la participación de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (Academy of Motion Picture Arts and Sciences, AMPAS) de Estados Unidos y, específicamente, a Josef Lindner, miembro del archivo fílmico de esta organización conocida por la entrega de los premios Oscar.
Contribución de Lindner a la herencia cinematográfica cubana
El trabajo de Lindner con el cine de Titón comenzó en 2011, con Una pelea cubana y Los sobrevivientes, ambas en deplorables condiciones. A sugerencia de Luciano se sumó La última cena. Este es un proceso difícil, que conlleva investigaciones para enco