El Gobierno y la prensa oficial han llamado la atención sobre la baja contratación en las modalidades de trabajo a distancia y teletrabajo en la isla, aunque miles de cubanos recurren a distintos modos de actividades virtuales para ganarse el sustento.
El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) reveló que en junio de 2024 existían 15 875 trabajadores a distancia, de los cuales 2 619 lo hacían en la modalidad de teletrabajo (la cual requiere el uso de medios tecnológicos y de comunicación).
Las cifras actuales contrastan con los 411 098 empleados en la modalidad de trabajo a distancia, de ellos 22 204 teletrabajadores que se registraron en junio de 2021 cuando la pandemia obligó a enviar a los trabajadores a sus casas. El descenso de trabajadores virtuales es del 96 %, según los datos oficiales.
Las empresas cubanas continúan resistiéndose a aplicar modalidades de teletrabajo pese a la necesidad de flexibilizar las jornadas laborales y los servicios a raíz de la actual crisis energética que paraliza el transporte público.
No obstante, muchos cubanos no registrados por las cifras oficiales teletrabajan y se enfrentan a desafíos técnicos y riesgos laborales.
Una fuente de empleo informal
En plataformas como Revolico abundan ofertas de empleo de gestor comercial, community manager y otras actividades que no demandan presencia física de los trabajadores. En su mayoría, son formas de contratación informal o que están fuera del radar oficial.
«El salario es bueno, pero es informal. Es un acuerdo hecho entre las partes implicadas, o sea, que si un día deciden no pagar tampoco tengo mucho que hacer al respecto», dice Jessica*, quien vive en La Habana y trabaja para dos negocios, uno en Miami y otro en Cuba.
En Cuba, el trabajo informal comenzó a crecer durante la crisis de los años noventa y al fenómeno también respondió la aprobación del trabajo por cuenta propia, según funcionarios del MTSS. Sin embargo, los empleos no regulados han registrado un aumento en los últimos años y los directivos del MTSS han reconocido que se trata de un problema que afecta la calidad del empleo porque el trabajador se encuentra desprotegido del régimen de Seguridad Social del Estado cubano.
Jessica estudia en la universidad mientras lleva las redes de un bar y de una tienda de dispositivos electrónicos. Es responsable de la manutención de su casa, por lo que necesita trabajar.
«Es muy difícil tener otro tipo de trabajo, que fundamentalmente se resumen a trabajar en un bar o en una cafetería. Lo probé y fue destructivo», cuenta Jessica.
Cuando llega a su casa, a veces debe lidiar con los apagones. Aunque son menos frecuentes en la capital, sus empleadores lo tienen en cuenta, «sobre todo el negocio de Miami, porque varios de sus trabajadores somos de aquí y están familiarizados con la situación», dice.
Para ella ha sido un alivio la posibilidad de teletrabajar. «Puedo organizar mi tiempo en función de mis necesidades».
Carlos* era bibliotecario y al mismo tiempo incursionó de gestor de venta de paquetes de excursiones. Su motivación era que «el pago era justo y razonable» y que podía calzar las necesidades que no satisfacía con su salario.
Para los empleos comerciales solo se precisa conexión a Internet, tiempo y habilidades de venta para alcanzar resultados. Carlos reconoce que no tuvo éxito, pero lo volvería a intentar, «siempre y cuando no sea sobre ventas». En la actualidad trabaja en una mipyme.
Reclutados para empresas extranjeras
En Telegram existe un grupo llamado Cuba CompuJobs que registra una alta demanda de teletrabajo y está destinado