La Habana, 22 ago.- Con cantos, bailes y toques de tambor, el grupo folclórico Madre de Agua representó una escena decimonónica de la esclavitud y una evocación a las herencias culturales y religiosas de origen africano, que han resistido en Cuba durante siglos y prevalecen hoy con fuerza, a pesar de los prejuicios aún existentes.
Ocurrido en la Plaza de Armas en el casco histórico de La Habana, este acto dancístico coronó el pasado 18 de agosto la inauguración del anual XVI Festival Internacional Timbalaye La Ruta de la Rumba, que continuará hasta el 31 de este mes de agosto en aras de salvaguardar la rumba, un género de música tradicional de raíces africanas.
Surgida en Cuba durante el siglo XIX, la rumba fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en noviembre de 2016, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Asimismo, es considerada la madre de numerosos ritmos y bailes latinos como la salsa, utiliza instrumentos de percusión y acompaña a todos los rituales religiosos de descendencia africana en esta nación insular caribeña.
Fue magistral la forma en que esos africanos y sus descendientes pudieron mantener viva su identidad cultural, y cómo fueron creando una familia religiosa, que en la Cuba de hoy tiene tanta fuerza como la familia consanguínea”.
Alberto Granado
“Con la rumba se canta al sentimiento de las cosas que pasan en lo cotidiano, al amor, la sensibilidad, los problemas que nos suceden”, dijo a IPS el bailarín folclórico y director del festival Ulises Mora.
A Tomasa, una anciana habanera espectadora de la coreografía, le gusta bailarla.
“Antes se sentía más discriminación hacia ese género musical, porque había mucha ignorancia. Ahora todo el mundo lo baila: el blanco, el chino y el negro”, comentó a IPS.
La influencia de la cultura africana en la identidad de los cubanos no solo se percibe a través de la rumba, sino también en otras muchas expresiones.
Para Alberto Granado, director de la Casa de África, museo con una vasta colección etnográfica del tercer continente más extenso, la herencia africana se contempla en la vida diaria del cubano: en la gesticulación al hablar, la forma de caminar e incluso en la alimentación, por ciertos condimentos y recetas.
“Está en la mirada, en la forma de caminar, de sentir, en el sentido de independencia, en esa libertad del alma, de resiliencia, de resistencia, pero también en el fervor de ser cubano. Todos somos distintos, pero somos una misma cosa”, afirmó, por su parte, Mora.
Resistencia cultural
“Fue magistral la forma en que esos africanos y sus descendientes pudieron mantener viva su identidad cultural, y cómo fueron creando una familia religiosa, que en la Cuba de hoy tiene tanta fuerza como la familia consanguínea”, explicó el especialista Granado en diálogo con IPS.
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