LA HABANA, Cuba. – Si no se hubiera filtrado la información y un periodista no hubiera estado allí para constatarlo, el “exdirigente” del régimen Manuel Menéndez Castellanos habría llegado a Miami como cualquier otro cubano que huye del comunismo.
Incluso vistió para su escapada una camiseta rosa que parecía evocar ese rojo desteñido de un Partido Comunista que posiblemente hoy tenga más miembros, simpatizantes y tontos útiles del lado de allá que del lado de acá, donde apenas van quedando aquellos que no hallan el modo de “zafarle” al monstruo torpe, parasitario y tragón que ellos mismos engendraron y que, no teniendo de qué alimentarse, comienza a engullir a sus progenitores.
Por estos días hemos visto cruzar la frontera (o hacer el intento) a otros barrigones y camajanes, a exrepresores, exsecratarios del PCC, y hasta a una jueza que, habiendo enviado a más de un joven a la cárcel por salir a protestar contra la dictadura, ahora implora perdón y olvido.
Hace unos días se hablaba en redes sociales de un caso que, por común, se ha vuelto norma entre quienes “manichean” el negocio de la “Revolución”. Una funcionaria de Salud Pública relacionada con las mal llamadas “misiones médicas” y, por tanto, involucrada conscientemente en la explotación laboral de profesionales— habría arribado a Estados Unidos probablemente bajo un proceso de parole humanitario o reunificación familiar, tal como hizo ese que llegó repartiendo manotazos y arrebatando teléfonos tal como acostumbraba a hacerlo en Cuba, a fin de cuentas para los viejos represores es como una especie de acto reflejo.
Funcionarios, diplomáticos, policías, militares han ido a matar el hambre y la memoria allá donde dijeron alguna vez que jamás irían por un asunto de “principios” (que ni siquiera les han servido para aguantar estos “finales”). Y lo peor no es que se vayan —ojalá y todos lo hicieran para que este infierno se termine mañana mismo— sino que pretendan hacernos creer que su acto de huir, de oportunismo más que de cobardía, es una rebelión, un disentimiento. Nada de eso.
En Estados Unidos debi