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Foto: Archivo
“Pálido y lánguido, y con una espesa barba canosa, el célebre prohombre de la revolución de Bayamo conserva todavía en su rostro, a pesar de sus profundas dolencias, ocasionadas sin duda por las privaciones y penalidades que ha debido experimentar en la vida accidentada de los campamentos, facciones distinguidas. Frente elevada y ancha, nariz aguileña, mirada penetrante e inteligente, elevada estatura; todo demuestra en el jefe insurrecto que era persona importante antes y después de la revolución de Yara”.
Así describía –el 1ro. de septiembre de 1870– el periódico independentista El Demócrata, editado en Nueva York, las últimas horas de vida del autor del Himno Nacional, antes de ser fusilado por un pelotón de tiradores españoles, el 17 de agosto de 1870, en