Con el objetivo de impulsar la producción audiovisual en la región oriental de Cuba y en la provincia de Camagüey, el 18 Festival Internacional de Cine de Gibara efectuó la Primera Factoría de Cine Pobre. Esa fue una de las novedades de esta edición realizada en la villa costera de la provincia de Holguín entre el 6 y el 10 de agosto.
Se le dedicaron dos sesiones, una a puerta cerrada y otra abierta, en el telecentro Gibaravisión, a la presentación y discusión de carpetas de proyectos en desarrollo, que podían ser de ficción, documental y animación, y en cualquier etapa de realización, incluida la posproducción, siempre que las propuestas vinieran de aquella parte del país.
La Factoría de Cine Pobre brindaba la oportunidad de competir por un premio monetario de ayuda a la producción y, además, conseguir apoyo de productoras interesadas en apostar por los proyectos, dentro del ya prestigioso evento creado en 2003 por Humberto Solás.
Bajo el llamado ¡Filma el Oriente!, varios eventos regionales se sumaron a la propuesta gibareña para la confección de la bolsa de proyectos participantes y la creación de un fondo de apoyo a la cinematografía de una región con grandes potencialidades tanto por su personal artístico y técnico, como por la variedad geográfica, social y cultural.
Así, contribuyeron a la realización de la Factoría: el Festival Nacional Por Primera Vez de Holguín, El Almacén de la Imagen de Camagüey, el Festival Itinerante de Cine Comunitario de Granma, la Jornada de Cine Andante de Guantánamo, el Museo de la Imagen y el Sonido Bernabé Muñiz Gibernau, de Santiago de Cuba, entre otras instituciones y promotores del audiovisual.
Escrutinio en dos sesiones
Los realizadores Consuelo Ramírez, Luis Lago e Inti Herrera fueron los responsables del análisis de los proyectos. Su labor consistió en guiar a los cineastas concursantes, realizar sugerencias para el desarrollo y perfeccionamiento del trabajo, así como ser árbitros en las sesiones de pitching.
En la primera de las sesiones, los representantes de los ocho proyectos en disputa enseñaron sus propuestas a los responsables de la Factoría. Mientras que la segunda (el pitching) se realizó con el público interesado, para visibilizarlos frente a las productoras participantes en el Festival.
En un tiempo promedio de diez minutos, abordaron cuestiones como la duración estimada del rodaje y el presupuesto; y, además, cuestiones del argumento y la estética, el mensaje y los temas de las propuestas.
La votación, realizada a través de una planilla, decidió el proyecto que recibirá el apoyo a su producción, así como otros que también obtuvieron ayudas de las productoras vinculadas. Y en el último día del Festival, coincidiendo con la entrega de los premios colaterales en el Hotel Plaza Colón, se hicieron públicos los resultados.
“Un laboratorio para iniciar el camino”
En su primera convocatoria, la Factoría de Cine Pobre premió al proyecto de cortometraje documental Llave de paso, de Osmanys