Como Leonor a Mijaín, anoche, al pie de la escalerilla del avión; así, como una madre a los hijos que regresan de un largo viaje, abrazó la Patria a sus campeones, a la vuelta de ese trayecto de tres años que fue este peculiar ciclo olímpico, coronado en París.
Así como se acomodaron en el pecho y en un beso de su madre los 130 kilogramos del único hombre campeón en cinco Olimpiadas consecutivas, también cupieron en el regazo de su pueblo los atletas que hicieron vibrar el corazón henchido de la nación.
Aunque la alfombra roja tendida para ellos estaba dispuesta en un lugar cercano, autoridades de esta isla del Caribe se fueron con la madre del más grande campeón, Mijaín Lópe