A fuer de justo, debo admitir que ninguno de los dos largometrajes que he dirigido ha gozado de la décima parte del éxito que lograron mis cortos, especialmente los de la serie de Nicanor. El público cubano no sabía exactamente qué hacer con una anécdota en la vida del gran Leonardo (Vinci, 2011) o con un relato de ciencia ficción distópica relacionado con las militancias nutricionales (Omega 3, 2014), que no parecía criticar nada y uno de cuyos actores principales era un reconocido humorista, Carlos Gonzalvo, aquí en papeles dramáticos. Fuera de Cuba les fue un poco mejor, pero no mucho. Quizás se apartaban demasiado de los caminos predecibles, quizás fueran simplemente malas. Es igual. A mí me siguen pareciendo geniales las dos.
-El caso es que, durante el primer día de rodaje de Omega 3, se filmaba una escena en un supermercado futurista que luego sería llevada a animación mediante rotoscopía. La acción giraba en torno a un individuo que, acompañado de su hija pequeña, pretende comprar carne en un mundo cada vez más regido por la ética vegetariana; la repugnancia de la cajera y los clientes ante su pretensión es tal, que terminan linchándolo frente a la niña. El papel del infortunado carnívoro era interpretado por Carlos Massola, que pocos días atrás se había sometido a una delicada operación para bajar de peso, pero insistió en asumir el riesgo a pesar de nuestras dudas. En determinado momento, el personaje cae al suelo y es pateado por la multitud; los golpes se simulaban, naturalmente, pero el hecho mismo de acostarse e incorporarse luego no estaba exento de peligro para el actor.
Filmamos, y después lo ayudamos a levantarse. Massola se portó como un hombre.
-En 2014 dirigí No somos nada, un corto de humor neg