MIAMI, Estados Unidos. – El hallazgo de unas estructuras submarinas al noroeste de la península de Guanahacabibes, conocidas como “Mega”, continúa generando interés y especulación tras 23 años. Este misterio, que algunos han vinculado con la legendaria Atlántida, sigue sin resolverse debido a la falta de pruebas concluyentes y las dificultades para realizar nuevas investigaciones.
El enigma comenzó en el año 2000, cuando una expedición cubano-canadiense, denominada Exploramar, buscaba barcos hundidos en el mar alrededor de la península de Guanahacabibes. Esta área, históricamente un refugio para piratas y escenario de numerosos asaltos, reveló algo inesperado. Utilizando un sonar de barrido lateral, los investigadores detectaron una serie de estructuras peculiares entre 600 y 750 metros de profundidad.
El doctor en Ciencias Geológicas Manuel Iturralde, miembro de la expedición, explicó: “Mediante el sonar de barrido lateral, se consigue una especie de radiografía del fondo, con una penetración de uno a dos metros, que permite detectar objetos enterrados en la arena”.
Las investigaciones revelaron un mapa del suelo marino que mostraba formas interpretadas por la ingeniera Paulina Zelinski como corredores, cubículos y gruesas paredes, sugiriendo la posibilidad de los cimientos de una ciudad.
Para obtener más información, el equipo empleó un minisubmarino llamado Rob, equipado con cámaras, luces y un brazo mecánico. Las filmaciones mostraron bloques calizos dispersos, algunos de ellos poliédricos, así como un bloque cuadrático y otro en forma de pirámide de un metro de diámetro. Sin embargo, lo más intrigante fue una pequeña placa gris de un material desconocido, aparentemente metálico, sin organismos adosados, algo inusual a esa profundidad.
Iturralde señaló: “Esta plac