Jorge es chófer, tiene 55 años y reside en La Habana. Acudió al Hospital Universitario «General Calixto García» por insistencia de su mujer. Llevaba días con dolor en los ojos, decaimiento y diarrea. También tuvo una erupción en la piel. Sospechaba que tenía dengue, pero al llegar al centro hospitalario el diagnóstico fue otro, fiebre de Oropouche. Luego, lo enviaron de regreso a su casa.
«Me dijeron que tomara té de raíces y té negro. Ahora mandan medicina verde porque no hay pastillas en las farmacias», explica a elTOQUE. «Después [del diagnóstico] no se han realizado acciones de saneamiento en mi barrio. Yo vivo por El Lido. Aquí, o te adaptas a la basura y a las aguas de fosa, o te vuelves loco».
El virus de Oropouche (OROV) está presente en las 15 provincias del país, según informó la doctora Carilda Peña García —viceministra del Ministerio de Salud Pública (Minsap)— el miércoles 31 de julio de 2024.
Tal como alertó la Organización Mundial de la Salud a principios de junio, la isla se ha convertido en un foco de propagación internacional del virus, al ser un destino turístico. Al menos diez personas se contagiaron tras visitar Cuba, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC). Los casos están distribuidos entre España, Italia y Alemania.
El virus de Oropouche llega a Cuba en un momento de profunda crisis económica que tiene repercusiones directas en la sostenibilidad de la vida.
Diagnóstico y seguimiento:«Hoy todavía no sé qué fue lo que tuve»
María Aurora, de 45 años, acudió al Hospital General Docente «Iván Portuondo» en San Antonio de los Baños, La Habana, tras tener fiebre, dolor de cabeza y decaimiento. Para Aurora, la atención en el centro fue «deficiente». Los médicos, sobrecargados con el número de pacientes, no podían seguir los casos de manera adecuada.
«Me sentí como un número más en una lista que no iba a resolver nada», comenta. «Ni siquiera me hicieron la PCR. Me sentí abandonada después de la consulta, sin ningún tipo de seguimiento. Hoy todavía no sé qué fue lo que tuve», dijo en conversación con elTOQUE
Elena, de 28 años, acudió a un centro médico en La Lisa porque tenía tos y fiebre. No le hicieron la prueba de PCR porque «no era necesario», según le dijeron. Aun así, le diagnosticaron fiebre de Oropouche. No tuvo seguimiento después de la consulta.
Existen dos elementos que la OPS y la OMS han calificado de «esencial» en la prevención y atención del virus de Oropouche y sus transmisores (el jején Culicoides y mosquito Culex). A saber: el diagnóstico de laboratorio para la confirmación de los casos y la caracterización del brote y el seguimiento de la tendencia de la enfermedad.
En junio de 2024, el Minsap anunció la activación del sistema sanitario ante la expansión de la fiebre de Oropouche y el aumento paralelo de los casos de dengue. Pero el Gobierno de la isla no detalló cuál es su plan de acción.
La falta de detalles en relación con las medidas levanta algunos cuestionamientos. Se trata de un país donde existe una reducción de más de 12 000 médicos en 2022, según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). Una cifra que va en ascenso debido a la persistente ola migratoria.
El proceso de diagnóstico del virus de Oropouche consta de tres partes. (1) Una valoración clínica basada en la sintomatología del paciente (fiebre alta, cefalea, diarrea, vómitos y dolores musculares intensos); (2) la evaluación definitiva mediante pruebas moleculares de RT-PCR; y (3) un análisis metagenómico para conocer si entre la población infectada existen diferentes cepas o mutaciones del virus.
La falta de reactivos en el país —causa de reiteradas denuncias en los últimos años— podría condicionar los diagnósticos y, por lo tanto, la obtención de registros inexactos. Sobre todo, porque las autoridades sanitarias han afirmado que los síntomas del virus de Oropouche se confunden con otras infecciones co-circulantes.
En agosto de 2022, José Ramón León denunció en redes sociales la situación de su hija, una menor de edad ingresada en el Hospital Pediátrico Docente Centro Habana a causa de un dengue hemorrágico. Según explicó, la falta de reactivos imposibilitó seguir con los estudios y el debido tratamiento. «Faltan pruebas por terminar, los médicos quieren, pero en verdad no pueden», precisó. La publicación recibió cientos de comentarios de usuarios que describieron situaciones similares en otras localidades del país.
Las autoridades han achacado el déficit sostenido de insumos médicos a la falta de divisas; lo cual, según el oficialismo, ha impactado en el volumen de las importaciones y en el presupuesto que asigna el Estado al sector de la Salud. Cuba gastó cerca de 372 400 000 USD en la compra de productos farmacéuticos entre 2018 y 2021. Del total de insumos, el 25.9 % eran reactivos de laboratorios.
Desde que se conocieron los primeros casos de fiebre de Oropouche, el doctor Francisco Durán ha reiterado que el tratamiento para el virus es sintomático; es decir, «se basa en aliviar el malestar del paciente». No existe un tratamiento específico, solo medidas generales para disminuir los síntomas.
Sin embargo, el actual contexto sanitario de la isla no garantiza que los ciudadanos tengan acceso a los medicamentos que necesitan. Sobre todo, en las zonas más alejadas del