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Erislandy Álvarez. Foto: Tomada del perfil de Facebook del autor
Estimados Erislandy, Arlen, Alayo, Noslen y Pupo:
Que no hay domingo sin amor repetía mi abuela desde un refrán que empezaba con el sábado sin sol. Y la sabiduría popular llegó hasta París, hasta los Juegos Olímpicos, hasta ustedes. Sus cinco nombres le pusieron a este día un particular acento de amor, porque entregarse en pos de una medalla olímpica como lo hicieron no puede resumirse de otra manera.
Por eso esta carta dominical preferí hacerla colectiva, aunque cada uno, desde el boxeo, voleibol de playa o tiro deportivo merece líneas por separado. Eso sin contar que lo hicieron en la antesala del debut de Mijaín López, cual motor historia de una delegación que a estas alturas soñaba con un campeón ya en la Villa Olímpica.
Erislandy va primero en este orden de palabras porque sobre el cuadrilátero ha sido también el primero. No ha dejado que los árbitros duden a la hora de marcarle puntos y su pase a discutir el título frente a un púgil local lejos de presionarlo, parece el reto más esperado. Solo tendrás que hacerlo como hasta ahora: efectivo, inteligente, dando más y recibiendo menos. Solo tendrás que ser el guerrero más fiel a la escuela cubana de boxeo.
Arlen, compartir todos la mezcla de dolor por un bronce olímpico que te queda pequeño sería redundar en tu vergüenza deportiva. Es cierto que la pelea contra el ucraniano sobre el mediodía de este domingo estuvo muy pareja y exigente, pero sin fanatismo de por medio, la mayoría te vimos ganar, la mayoría, menos los tres árbitros que votaron en contra. Tu llanto y tu rodilla sobre el cuadrilátero como señal de despedida injusta será una imagen que llevará mi memoria por siempre como tus dos oros olímpicos del 2016 y 2020.
Alayo y Noslen. !Qué decirle a ustedes! En Chile, durante los Juegos Panamericanos, quise compararlos con esas estatuas de arena que perduran a la orilla de las playas cuando vibramos con su plata continental. Ante los pies de la Torre Eiffel pelearon con más armas que remates, bloqueos y defensa.
Pelearon contra la dupla número uno del mundo en tres sets (por cierto esos rubios son fieras defendiendo) y solo las veleidades de un organigrama los hace regresar ahora a casa novenos, después de una clasificatoria exacta, en la que nadie les arañó un parcial. Pero les pido que lo hagan con la cabeza alta y el pecho encendido. Ustedes han sido la inspiración de esa comitiva. Y nadie lo puede dudar.
Mi gran amigo Leuris Pupo. Este domingo la pistola no te traicionó. Tampoco lo hizo una puntería menos caprichosa con la diana. Ni los nervios lógicos de tus octavos Juegos Olímpicos son los culpables. No haber conseguido tu pase a la cuarta final olímpica consecutiva te hace humano, terrenal y no dios. Porque nadie sabe que es casi místico lo que has logrado a este nivel con meses y meses sin disparar balas. Fue un domingo corto quizás para ti, pero sigue siendo largo el abrazo que te damos todos cada vez que entras a la línea de tiro.
Perdonen todos si me extendí un poco. Incluso, si decidí hacer pública esta carta es porque siento que miles de cubanos pueden compartirla, leerla, suscribirla y volver al refrán que tanto le gustaba a mi abuela: no hay domingo sin amor.
¿Acaso cada una de sus regalos deportivos no es eso, esa muestra de amor para sus familias, amigos y seguidores?
Los respeto y quiero a todos.
Posdata: Y no olviden que Cuba los contempla orgullosa. Son de sus mejores hijos, de los que nada hay que reclamarles porque encarnan lo mejor de un país: sus raíces y su alma.
Arlen López. Foto: Tomada del perfil de Facebook del autor
Noslen Díaz y Jorge Luis Alayo. Foto: Tomada del perfil de Facebook del autor
Leuris Pupo. Foto: Tomada del perfil de Facebook del autor