Cada época acarrea cambios conceptuales importantes, aunque las palabras empleadas para ciertas definiciones sigan siendo las mismas. Las mutaciones en el contenido, determinadas por condicionantes sociales, económicas, psicológicas, son siempre abundantes, y marcan su sentido de manera indeleble.
En nuestros tiempos, una de las palabras que ha modificado sustancialmente su esencia es ‘héroe’. Si en el pasado el héroe era aquella persona que realizaba hazañas en bien de los demás, aún a riesgo de su vida, con un altruismo extremo, o que se distinguía por sus cualidades morales poco comunes, ahora los paradigmas de lo heroico suelen mutar de una manera alarmante.
Con los embates de la banalidad y el consumismo, la exacerbación del culto al dinero y a los bienes materiales, la instauración del “ tanto tienes, tanto vales” como rasero para medir el mérito de una persona, es prudente revisar ese concepto, pues en virtud de la fama y notoriedad que proporcionan los medios de comunicación y las redes sociales, de pronto nos encontramos que puede ser tenido por héroe un jugador de fútbol, que encandila a las multitudes con su destreza en el terreno y con los millones que le pagan sus patrocinadores,–y no hablo de aquellas excepciones honrosas que invierten recursos en bien de sus comunidades de origen–; un actor o actriz famosos también puede ser dotado de estatura heroica por su belleza física, su capacidad histriónica, su glamour, o sus aventuras galantes. Asimismo, entre otros muchos ejemplos, pueden llegar a ser asumidos como héroes, sin serlo, un cantante de moda, un narcotraficante, un mafioso, o cualquiera que haya hecho fortuna, aún por medios no confesables, o goce de una notoriedad especial.
Tales personajes acaban convirtiéndose en íconos y un importante sector de la sociedad termina adoptándolos como modelos a seguir y los proclama sin dudar como sus héroes personales. Ahora, ¿es socialmente beneficiosa esa práctica cada vez más extendida? ¿Son esos antihéroes quienes deben sentar líneas de conducta y modos de hacer?
En tal sentido conviene que meditemos en torno al concepto de héroe expresado en la obra de José Martí. Conoció muy bien el cubano la obra al respecto de dos autores importantes que le fueron contemporáneos, Ralph Waldo Emerson y Thomas Carlyle (1). En este último, la sublimación de la calidad ética de