La pregunta es por qué todavía existe la OEA, cuando en su historia pululan las miserables acciones contra los pueblos soberanos.
Varios mandatarios de la región han solicitado su abolición, sin embargo, sigue engrosando su expediente criminal en golpes de Estado, como en Bolivia; detrás de cada lawfares, como en Perú, que encarceló al maestro y líder sindical Pedro Castillo, elegido presidente en mayoría; o cuestionando elecciones, como en Venezuela ahora.
La Organización de Estados Americanos está secuestrada actualmente por el papel vergonzoso de su secretario general, Luis Almagro, servil marioneta de Washington, tal como ha sido siempre en una organización de muy amplio aval injerencista, como hace ahora en la ofensiva para desestabilizar a Venezuela, con iniciativas que parten de la fractura entre los gobiernos latinoamericanos.
No obtuvieron consenso para aprobar una resolución cuestionando el resultado electoral, pero el poder mediático se encargó de multiplicar la posición penosa del gobierno del argentino Milei, y la inconsistencia de algunos, de modo que al menos hubiese dudas sobre los comicios. A la altura del circo que fu