En el último día de julio, tal y como se lo había ganado, Hugo Franco se armó con sus flechas, colgó a la espalda su arco y salió feliz a competir, en uno de esos días inolvidables, pues bien lejos de París, en su tierra pinareña, había nacido su segunda hija, Valentina, a quien un día contará las tensiones y emociones de sus primeros Juegos Olímpicos.
En el último día de julio, tal y como también se lo había ganado, Saidel Orta, subió al ring vestido de azul y con sus guantes pretendía marcar la diferencia para su primera victoria en el concierto olímpico. En La Habana, otra campeona, pero de judo, Idelannis Gómez, lo estimulaba a llevar siempre el ritmo del combate y no equivocar su táctica.
De arquería y boxeo va esta crónica.
Hugo Franco era el único Robin Hood de la delegación cubana. Como si fuera poco, fue el último que obtuvo su visado y el primero que salió a competir en París, antes de la inauguración.
En esa ronda inicial llegó a estar segundo cuando le faltaban 12 flechas por disparar, pero lo más importante era clasificar y lo hizo. De ahí el primer pareo en la ronda 32 con el mexicano Bruno Martínez, a quien venció sólido y sin que los nervios traicionaran.
Luego, la exigencia subió ante el chino Yan Wang. Y aunque el nuestro comenzó delante, la perfección del asiático le recetó dianas de 9 y 10 constantemente y Franco cedió puntería hasta caer en cuatro sets.
Sin embargo, el puesto olímpico 17, lejos de complacerlo, lo asumió con un abrazo agradecido a su entrenador, se lo dedicó a su niña Valentina y a esos padres que perdió en meses recientes, pero que igual lo iluminaron en la Ciudad de la Luz.
Horas más tarde, el último púgil cubano por debutar en esta cita apareció serio y concentrado. La plata mundial y panamericana lo hacían ligeramente superior en palmarés a Munarbek Seiitbek Uulu, nacido en Kirguistán y que se veía un poco más corpulento para los 57 kilogramos que el nuestro.
Tras un primer asalto de estudio y cómodo para Saidel (5-0), en los próximos tres minutos el asiático dinamitó los golpes y se llevó el favor de los jueces 3-2.
Todo quedó listo para definir en el tercer round, como viene sucediendo en estos Juegos. Pero un cabezazo en la ceja cuando apenas corrían 60 segundos hizo que detuvieran el combate. La sangre corría a chorros por la cara y la camiseta de Saidel, y la doctora actuante detuvo las acciones, se acudió a las boletas para ver quién estaba ganando en ese momento.
El veredicto no fue un despojo, pero perjudicó a uno de los alumnos más talentosos del profesor Rolando Acebal. Lágrimas de vergüenza se mezclaron con la sangre en su rostro y la escuela cubana de boxeo quedó con apenas tres sobrevivientes con opciones de medallas.
No obstante las derrotas y los podios perdidos, Franco y Saidel volvieron a dejarnos complacidos. En el caso del primero, hay que sumar el apoyo de muchos amigos para que dispusiera de la tecnología más avanzada en cuanto a armamento. Debe regresar a tierra vueltabajera orgulloso de su ren