La Amazonia brasileña registró 11 434 incendios forestales en julio, el mayor número para este mes en casi dos décadas, como consecuencia de los cambios climáticos y de los efectos prolongados del fenómeno El Niño, informaron este jueves fuentes oficiales.
El número de focos de calor en la parte brasileña de la mayor selva tropical del mundo no era tan elevado para un mes de julio desde 2005, cuando se registraron 19 364 incendios, según los datos divulgados por el estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).
La Amazonia registró un poco más de la mitad (50.9%) de todos los incendios forestales detectados en Brasil en julio de este año.
De acuerdo con las mediciones por satélite del INPE, los incendios en julio en la Amazonia prácticamente doblaron los del mismo mes de 2023 (5 772) y de 2022 (5 373).
Además de aumentar un 98% en comparación con julio de 2023, el número de focos de calor fue cuatro veces superior al de junio de este año (2 842).
El número de focos de calor acumulados en la Amazonia brasileña en los siete primeros meses del año subió hasta 24 923, el mayor para el período desde 2005 (31 016).
Los incendios en los primeros siete meses del año aumentaron un 76% en comparación con los del período enero-julio de 2023 (14 116).
Según la organización ecológica Greenpeace, la situación puede empeorar en los próximos meses debido a que “se espera un aumento en las alertas de deforestación y de los incendios en la Amazonia entre julio y octubre, época en que la región pasa por el llamado verano amazónico”.
En ese período, que suele prolongarse hasta noviembre y que el año pasado se extendió casi hasta diciembre, se reducen las lluvias en la Amazonia, disminuye la humedad relativa del aire y aumentan las temperaturas, “lo que deja la vegetación más seca y vulnerable al fuego”, dijo Greenpeace.
Pese a esas condiciones naturales que facilitan los incendios, el portavoz para las campañas del Greenpeace en Brasil, Rómulo Batista, aclaró que gran parte de los focos son provocados por hacendados o colonos que queman el bosque o sus cultivos para preparar el terreno para la siembra y muchas veces pierden el control sobre el fuego.
Batista destacó que julio es el primer mes de un período de sequía en la Amazonia que, según los pronósticos, será peor que la de 2023, cuando la cuenca amazónica enfrentó una histórica reducción de las lluvias y de los niveles de sus ríos.
Algunos estados amazónicos ya declararon el estado de emergencia este año por la disminución de los niveles de los ríos.
“Teniendo en cuenta que aún tenemos tres meses de verano amazónico, la situación es de extrema preocupación. La selva y sus pueblos aún se recuperan de la sequía y de los incendios forestales del año pasado y lo que viene puede ser peor, lo que podría llevar la situación de devastación en la Amazonia aún más cerca del punto de no retorno”, dijo.
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