Cuba siempre ha tenido una economía de guerra (EG) o al menos así está conceptualizado desde hace más de 60 años. Sin embargo, hoy es noticia el «término» debido a la mención de varios dirigentes y a la cobertura en disímiles medios de comunicación.
Cuando las cosas funcionan
EG es un término que se emplea al menos desde el siglo pasado. Tiene su origen moderno en la doctrina militar y hace referencia a la forma en que el Gobierno de un país intenta reorganizar el sistema productivo de su economía para adaptarlo a las necesidades de un conflicto bélico en el que esté involucrado. Es decir, es la administración de la economía en función de la guerra.
En materia estrictamente económica, la EG consiste en priorizar la producción interna. Lo que incluye, la industria, la energía, el gasto público y hasta el consumo, en dependencia de las características y debilidades estratégicas de cada nación.
En la práctica, la economía de guerra se traduce en mayor gasto público en defensa, emisión de bonos de deuda y aumento de impuestos; así como en incentivar los sectores de la economía a que reinventen y modifiquen, entre otros, los costos y dinámicas de producción.
Al mismo tiempo, las EG deben priorizar el cuidado y la protección de civiles, a los que se les debe garantizar la seguridad, la estancia en lugares habitables, la alimentación, los servicios básicos y la sanidad a través del uso de instalaciones civiles y militares que pueden ir desde túneles hasta hoteles. Por último, en términos del papel del Estado y las políticas públicas, una EG es impensable sin un fuerte intervencionismo económico.
Ejemplos de economías de guerra en la actualidad son Rusia y Ucrania; Rusia en su papel de agresor y Ucrania como nación que se defiende. La amenaza de la guerra ha llevado a otras naciones cercanas al conflicto a poner sobre el debate público la cuestión de la EG, como es el caso del presidente francés Emmanuel Macron, quien ha alertado que la aplicación de la economía de guerra es un escenario posible para su país.
La adopción de una EG tiene ventajas. Algunos países que la han aplicado terminan la guerra con una capacidad económica más desarrollada —como Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y Corea del Sur tras la guerra en su península—. Corea del Sur logró una recuperación de tal envergadura que expertos económicos nombran el fenómeno «el milagro del río Han».
Las ventajas de la EG han llevado su implementación más allá de los conflictos bélicos. Así, la extensión del concepto y la práctica se aplican también a condiciones especiales (terremotos, tsunamis, inundaciones, incendios…). Una de las situaciones más recientes que así lo ilustran fue la respuesta de varios Gobiernos ante la pandemia de la COVID-19, cuando la economía se puso en función del enemigo con el cual se tenía la guerra, un virus.
¿Me estás hablando de socialismo?
Una EG es una excepcionalidad que ha permitido a varias naciones superar grandes adversidades —el fascismo, el avance del comunismo en Corea del Sur, una pandemia—. Sin embargo, la temporalidad parece ser un estorbo para ideologías totalitarias, en las cuales las prácticas de EG son diferentes.
Para los nazis, la EG —a diferencia de países más democráticos— implicaba el control estatal y militar directo de la economía, así como mecanismos de producción que simulaban el funcionamiento de la estructura militar, órdenes dictadas desde arriba y que debían ser cumplidas.
Los nazis institucionalizaron la EG de tal modo que contaban con un cargo llamado «plenipotenciario general de la economía», al cual se subordinaban instancias económicas (los Ministerios de Economía, Trabajo y Agricultura), así como el comisario para el Control de Precios. También contaron con un Estado Mayor (EM) de la economía de guerra para preparar su ofensiva total.
Debido a que la Alemania nazi resultó derrotada durante la Segunda Guerra Mundial, puede ser objeto de debate hasta qué punto habrían aplicado su esquema de EG en tiempos de paz. Sin embargo, la existencia de la URSS —un Estado totalitario que se encontraba en el bando vencedor— muestra la e