A solo unos días de la realización de la jornada electoral más importante de Venezuela en el período chavista —y su continuación con la presidencia de Maduro— se organizó en la capital venezolana la segunda edición del Foro Alternativa Social Mundial, convocado por la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y el Instituto Simón Bolívar, ambos con sede en Caracas.
La realización de un evento académico-político en el momento más álgido de la campaña electoral, a unas horas de su acontecimiento cumbre (sesionó el 23 y 24 de julio y las elecciones son el domingo 28), lleva a cuestionarnos sus motivaciones y propósitos, si se tiene en cuenta lo reciente de la primera edición hace apenas unos meses, en abril de 2024.
La segunda convocatoria, a todas luces improvisada, tiene menor nivel de organización que la primera y a diferencia de la anterior —aunque participa Vijay Prashad, director ejecutivo de Tricontinental Institute for Social Research— Tricontinental no es uno de los convocantes. Los organizadores describen el evento como un espacio para promover la unión (alianzas) entre líderes y activistas de movimientos sociales para [suscitar] la unidad y acordar una agenda ante los ataques imperiales.
En el texto, nos proponemos analizar el contexto macro de este tipo de eventos, el contenido de la convocatoria actual y las propuestas resultantes ¿Qué nos dice el encuentro y la participación de un grupo de intelectuales afines sobre las estrategias gubernamentales de cara a las elecciones venezolanas?
EL MOMENTO: EL DECLIVE DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
El régimen de Nicolás Maduro convocó de manera precipitada a las elecciones presidenciales, obligado a cumplir con los mínimos democráticos del proceso tras el resultado de la negociación realizada en Barbados y la firma de los acuerdos signados por ambas partes.
Adelantado casi seis meses, el proceso ha estado plagado de denuncias de irregularidades procedimentales y de violaciones de derechos humanos a las fuerzas opositoras. A pesar de lo anterior y de la ventaja oficialista, la opinión pública internacional ha podido constatar el abrumador respaldo que ha acumulado el exdiplomático Edmundo González —contendiente principal de Maduro— impulsado por el liderazgo de María Corina Machado.
La inhabilitación de Machado a través de un turbio proceso administrativo fue avalada por el Tribunal Supremo de Justicia, incumpliendo uno de los acuerdos de Barbados. La estrategia fue poco efectiva en su propósito de alentar las divisiones dentro de la oposición y desestimular el voto. Por el contrario, la dupla que ha conformado la líder y el candidato ha generado un renacer de la esperanza opositora que logra acumular la mayor intención de voto alcanzada ante el chavismo-madurismo.
En este contexto, la narrativa que domina la campaña oficialista presenta el evento electoral como una batalla en la que se decide la supervivencia de la Revolución bolivariana. Nicolás Maduro y su jefe de campaña Jorge Rodríguez han denunciado la existencia de presuntos planes para desconocer los resultados electorales y generar violencia en el país. Las denuncias, paradójicamente, son acompañadas de una retórica amenazante a la ciudadanía opositora, en la que se condiciona la paz y la estabilidad del país al triunfo oficialista.
«El destino de Venezuela en el siglo XXI depende de nuestra victoria el 28 de julio. Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo», dijo Nicolás Maduro.
Las declaraciones del actual presidente venezolano provocaron reacciones críticas incluso de tradicionales aliados —el mandatario brasileño Lula da Silva y el expresidente argentino Alberto Fernández— y generó una crisis de respaldo sin precedentes para el oficialismo. A las reacciones, se han sumado tanto voces de izquierda —el presidente Boric y el expresidente Mujica— como los Gobiernos de Argentina, Uruguay, Costa Rica, Guatemala y Paraguay, que denunciaron conjuntamente las violaciones de los estándares democráticos y la represión y hostigamiento a opositores durante la campaña.
En medio del complejo contexto y luego de tres meses de haber sesionado el primer encuentro para una Alternativa Social Mundial (18 y 19 de abril), se efectuó la segunda reunión. Al revisar los análisis y discusiones del primer evento, no se encontró llamado alguno a una segunda ronda de debates. Ni las reseñas de prensa ni las declaraciones de los organizadores sugirieron que sería convocado un segundo encuentro o foro, como se llama en esta ocasión. Tampoco se encontraron divulgaciones previas sobre el cónclave.
En las palabras de inauguración del segundo encuentro, Jorge Arreaza —secretario ejecutivo de ALBA-TCP— lo presentó como una iniciativa del presidente Maduro y lo describió como un espacio «para promover la unidad y el diseño de una agenda que blinde a la región (…) contra los ataques imperiales».
Para Arreaza, y así lo expresó posteriormente en su discurso, Venezuela se encuentra en el epicentro de las luchas contra el imperialismo. «[Venezuela]… está dando la batalla contra el imperialismo, porque no es una disputa entre un candidato revolucionario y un candidato no revolucionario o una candidata; es una disputa entre la patria y el imperio, y eso se definirá y ustedes serán testigos de esa victoria popular el próximo domingo», afirmó.
EL MODUS OPERANDI: LA ORGANIZACIÓN PARA LA BATALLA COMUNICACIONAL
Como hemos dicho, la primera edición del encuentro de la Alternativa Social Mundial fue organizada por la Secretaría Ejecutiva de ALBA-TCP junto con el Instituto Simón Bolívar para la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos y el Instituto Tricontinental. El subtítulo del evento (Encuentro de Centros de Pensamiento e Investigación Social – Plan para salvar al planeta) evidenciaba la escala en la que se pensaba el alcance del evento que reunió a intelectuales como Atilio Borón y figuras políticas como Juan Carlos Monedero, alineados con la izquierda autoritaria.
El Instituto Simón Bolivar es una organización venezolana de tipología imprecisa cuya labor ha consistido en brindar respaldo académico e intelectual a las narrativas del chavismo. Fue protagónico en la campaña por la liberación de Alex Saab y por la eliminación de las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela, a las que el