Contaba al fallecer con 33 años. Foto: Tomada del Facebook de Magda Iris.
Desde ayer las redes sociales son tuyas. La noticia impacta, duele y se torna inexplicable. La muerte que, otra vez nos sorprende y, como de costumbre, sin estar preparados. Y nunca lo estaremos, porque los que te quisimos y querremos siempre, no entendemos que te hayas ido tan rápido, con solo 33 años.
Unos prefieren pensar que regresaste a nuestro Pinar del Río, otros que continúas trabajando en La Habana.
Lo cierto es que a la vez seria, pero risueña; recta y también sensible; llorona, pero fuerte, sigues aquí. Tú no te has ido Chirolde y López, como mismo quedarán intactos los recuerdos en el IPVCE Federico Engels, de Pinar del Río.
Magda en un recorrido por Viñales en 2006. Foto: Cortesía de compañeros de Magda.
Magda, la más madura, recatada y responsable del grupo 9, de la Unidad 4, la más destacada del TSU, la mejor del pelotón de ceremonia, la chica de la FEU, la más integral y fan del deporte desde aquellos tiempos que yo no lo seguía.
Eras el alma más disciplinada de la brigada. Las niñas, las Ñecas del swing y los varones, los Sabrosos. Así de entusiastas andábamos en esos tiempos. Y tú de guía.
El “Ñeca, cállate la boca”, que me decías en el albergue H-5 con el tono de Zuca en la novela de Cabocla, viene a mi mente esta noche una y otra vez, como lo hacen los repasos en tu casa para las pruebas de ingresos, los dulces, perritos y papitas fritas de Diris (tu mamá), o cuando a Ramón (tu papá) un día que estudiábamos le preguntaron por Angélica y él dijo: “No, la que está aquí es la Ñeca”.
Aunque te gustaba la psicología, te decidiste por el periodismo y en la carrera, nuevamente, seguimos juntas con nuestros sueños.
En primer año buscábamos el jevito ideal, hasta vacilábamos juntas. Todo eso, unido al afán de hacer buen periodismo. En ese tiempo hasta fuiste actriz en un corto de clases. Tú te desdoblabas en los personajes. Y en la vida, aunque fueras seria, de pronto soltabas tu risa escandalosa. Y te despelotabas en las fiestas. Claro, eso era delante de tus amigos del aula.
Yo nunca discutí contigo, Magda. Y eso que me fajo con todo el mundo. Pero te hacía caso, dabas muy buenos consejos. Y, cuando me entraba el