Trump y su plan retro con Cuba
La noticia es que la futura administración Trump, en caso de ganar las elecciones en noviembre, seguiría el mismo camino de su primera vez en la Casa Blanca, y establecería tres condiciones que el gobierno cubano tendría que cumplir para lograr «la normalización de las relaciones con Estados Unidos».
Así lo afirmó Jaime Florez, el director de comunicaciones en español del Comité Nacional Republicano y de la campaña del expresidente, en entrevista con el periodista cubano-americano Mario Pentón para el medio Martí Noticias, un conocido bastión de la política injerencista norteamericana, que incluso intenta hacer llegar su señal a la Isla en clara violación del espacio radioeléctrico de un país soberano.
Tras una pregunta sobre cuál sería la posición de Cuba hacia Venezuela, Cuba y Nicaragua, Florez dijo que está plenamente convencido de que el presidente va a seguir con los lineamientos que planteó en su administración anterior.
En un sorprendente giro de los acontecimientos, Florez responsabilizó a Cuba por las sanciones que pesan sobre el país: «Las sanciones que existen contra Cuba, y el embargo que existe dependen de Cuba, no de Estados Unidos. Si Cuba quiere resolver estos problemas, Cuba tiene que hacer las tres cosas básicas que hemos venido pidiendo desde hace mucho tiempo».
El colombiano de nacimiento, residente actualmente en Miami, listó tres condiciones que él afirma tendría una administración republicana trumpista: la primera es liberar a todos los presos políticos, la segunda es llamar a «elecciones libres» con la participación de distintos partidos políticos y de observadores internacionales, y como última condición, indica que el gobierno cubano tendría que dejar de seguir «exportando su Revolución fallida a otros países, particularmente a naciones latinoamericanas».
«En la medida en que Cuba cumpla con esas tres condiciones, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos van a volver a ser normales», aunque no aclaró, ni el reportero preguntó, qué es «normal» en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Asimismo, reiteró la postura negacionista del impacto de las medidas unilaterales coercitivas sobre la economía cubana: «el cuento del embargo es una falacia total, de ningún país compra Cuba tantas cosas como compra de Estados Unidos», dijo Florez a Pentón.
Efectivamente, solo en mayo, Cuba compró a Estados Unidos alrededor de 34.6 millones de dólares en alimentos y productos agrícolas a ese país, gracias a lo que permiten la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Fomento de las Exportaciones proclamada en el año 2000 y la Ley de la Democracia Cubana (CDA) de 1992, que abre una hendija, pero con un estricto control, y que implica el pago por adelantado y sin posibilidad de crédito. Que esta puerta se haya abierto, que pulule el pollo estadounidense o la manzana de Virginia en tiendas privadas o estatales en la Isla, no significa que las «sanciones» son una falacia, porque son efectivas en absolutamente todo lo demás, incluyendo en productos de uso tan esencial como los medicamentos o los equipos médicos.
Esta semana ha sido noticia también la elección del vicepresidente para una futura segunda administración de Trump. JD Vance, un republicano convertido en fanático de Trump después de criticarlo severamente, un hombre con marcadas posiciones antiaborto, cristiano tradicional de una zona rural, y mediático dentro del circuito de plataformas de propaganda de la derecha del Partido Republicano.
Quedó fuera de competencia el senador republicano de origen cubano Marco Rubio, quien estuvo en la lista corta de posibles compañeros de fórmula para Trump, y que defiende abiertamente el camino de aumentar las sanciones y la mano dura hacia la Isla para propiciar el estallido social en el país.
Todos estos anuncios, así como la Convención Nacional Republicana, han estado marcados por el tiroteo en una actividad de campaña en el que resultó herido Trump y muerto uno de los asistentes, lo cual, como se esperaba, ha sido un empuje a su popularidad.
El presidente cubano reaccionó de forma indirecta a esta expresión de violencia política, aún no bien explicada ya que el perpetrador fue baleado por los servicios de seguridad en el lugar, en un mensaje en X: «Como víctimas de atentados y terrorismo durante 65 años, Cuba ratifica su posición histórica de condena a toda forma de violencia».
Sin embargo, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla publicó un mensaje condenando el atentado de manera directa, el cual fue compartido por la subdirectora general de Estados Unidos del MINREX, Johana Tablada, pero los mensajes fueron posteriormente borrados, lo cual indica que se tomaron algunas horas para colegiar un mensaje común, en el que evidentemente debía prevalecer el del primer secretario del Partido.
Estas declaraciones del vocero republicano listando condiciones supuestas que tendría que cumplir Cuba para la normalización significan que el camino que Trump tomaría sería muy parecido al discurso oficial de la línea dura tradicional, que ha probado pocos resultados en cuanto a promover valores democráticos en la Isla.
En su intervención, el comunicador republicano intentó referir que Estados Unidos asume el camino político que ha tomado el gobierno cubano, como el responsable de las sanciones, y que está en sus manos cambiar eso, lo cual es inexacto debido a que buena parte del sistema de sanciones está codificado por la Ley Helms-Burton, cuyo levantamiento depende del Congreso y no del inquilino de la Casa Blanca.
Sucesivas administraciones estadounidenses han escogido activamente poner esa presión sobre Cuba con la franca intención de derrocar al gobierno a través de la presión económica sobre el pueblo. Ha sido una decisión que se convirtió en ley y en un complejo entramado sancionatorio. Por el contrario, Cuba no sanciona ni agrede a Estados Unidos, por lo tanto, utilizar un sistema de sanciones con el único propósito de provocar, desde fuera, cambios en la política interna de un país va en contra de cualquier principio del dere