Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, una de la 15 ciudades patrimoniales cubanas. Foto: Arsenio Manuel Sánchez Pantoja.
La instalación del sistema defensivo entre 1739 y 1742 con el propósito de proteger a la ciudad de corsarios, piratas y filibusteros trae avances inmediatos al desarrollo urbano. El hecho de que la ciudad se encontrara más resguardada estimula la construcción de otras dependencias del gobierno, lo que refuerza su papel en la administración regional, al garantizar las mínimas condiciones de seguridad para la permanencia de sus ciudadanos, acciones que dotan a la localidad con un perfil “más citadino”.
Los primeros emplazamientos fortificados, aunque incipientes, crearon a mediados del siglo XVIII dos polos de atracción: al noroeste y al sureste. El entramado creció hacia estos dos polos, sobre todo al sureste, rumbo a la Punta de Esteban, frente a la ensenada del río Miel, donde se situaba una batería. Para entonces el número de casas y solares en esta dirección aumentó, aunque la parte más densamente habitada continuaba al noroeste, entre la iglesia y la Punta de Burén.
Entre 1743 y 1778 se completó un trazado en cuadrículas a lo largo de dos calles principales ― Real y Mercaderes ― de forma semirregular, definidas en grandes lotes. En este período coexistían lotes con diferentes formas geométricas ― rectangulares, triangulares, trapezoidales y cuadrados ― entre los que se destacan los rectangulares, ubicados con su lado más largo en el sentido longitudinal de la franja costera donde se enclavaba el pueblo.
Las viviendas se ubicaron en el borde de los lotes, con su fachada principal hacia las vías, con cierta alineación impuesta por el desplazamiento de las mismas y la necesidad de utilizar el espacio trasero para los ejidos ― huertos o conucos ―, terrenos destinados a la producción de alimentos para los pobladores, ya que la villa no había logrado establecer relaciones de producción territorial que permitiera introducir funciones verdaderamente urbanas. Pedro Morell de Santa Cruz, obispo de Cuba, en su visita eclesiástica en enero de 1757, afirma que: “Redúcese al presente a 158 casas todas de Paxas con mucho fondo, en que se tienen sus labranzas”. La disposición de los conucos detrás de las moradas influyó en el tamaño de los lotes del período, y en la escala y las dimensiones de las estructuras edificadas con posterioridad.
La arquitectura doméstica constituía el tejido más uniforme, con casas de baja altura y de apariencia sencilla, fabricadas en su gran mayoría con la tipología de los bohíos. Las más evolucionadas, pero con menor presencia, utilizaban la madera en estructuras y cierres, con cubiertas principalmente de guano o tejas de madera llamadas tejamaní.
A finales del siglo XVIII inició una pequeña diferenciación formal y funcional en los inmuebles que rodeaban la plaza principal, entre los que se encontraba la iglesia parroquial, el ayuntamiento y otras entidades gubernamentales, erigidas con madera escuadrada y tejas de barro.
En los planos de los años 1768, 1776 y 1780 se observa que, en la península de enclave quedan áreas sin urbanizar, provocado por condiciones naturales perjudiciales para el hábitat: lo desfavorable del arrecife para cultivar, las penetraciones del mar y el fuerte embate de los vientos. En este caso se encuentra la zona de “La Costa”, ubicada entre el mar y los predios ya construidos, extendida entre la Punta de Burén al noroeste y la de Esteban al sureste. La otra zona que no se había ocupado localizada en la parte sur del emplazamiento, es conocida como “La Laguna”, de terreno bajo y pantanoso, condición que la descalifica para la construcción de viviendas.
Plano de la ciudad de Baracoa de 1776, el urbanismo en franca definición.
El trazado desplegado en el sitio, similar al de otras villas cubanas, evoluciona desde este momento a la par del aumento de la población, comienza de esta manera un proceso de ampliación y densificación de la trama, que se completa en esencia a inicios del siglo XIX.
Entre 1791 y 1807, ocurren cambios producidos por la influencia de la migración hacia Baracoa después de la revolución haitiana, y otros acontecimientos regionales que propicia