El 28 de junio debió entrar en servicio el primer ferrobús ensamblado en Cuba a partir de un ómnibus Yutong. Se trataba de un antiguo vehículo de transporte urbano que, al ser dado de baja por deterioro, había sido reconvertido por trabajadores de la Empresa Provincial de Transporte y de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Talleres Ferroviarios, de Camagüey, para que circulara por las líneas férreas de la provincia.
Aunque ese tipo de ensamblaje resulta relativamente habitual en pequeños autos en la isla, el caso del ferrobús camagüeyano cobró notoriedad mediática por la marca y tamaño del ómnibus implicado. A nivel local, la expectativa tenía que ver más con la ruta que cubriría el nuevo medio y las comunidades que habría de beneficiar. Debido a la gran extensión de su territorio, de más de 15 mil kilómetros cuadrados, Camagüey tiene en el transporte uno de sus problemas de más difícil solución.
En definitiva, las autoridades decidieron que “El Mayor” —nombre asignado al coche motor— corriese entre las cabeceras de los municipios de Santa Cruz del Sur y Vertientes, enlazando una docena de pequeños poblados que tienen como principal vía de acceso el ferrocarril.
Pero varias semanas después de la fecha anunciada para la entrada en servicio del ferrobús, este aún no funcionaba. El 15 de julio ni siquiera en las estaciones terminales del recorrido tenían una explicación. El ferrobús no fue enviado desde los talleres de Camagüey el 28 de junio ni en los días sucesivos.
“A lo mejor lo ponen para el 26 de julio, por lo de la sede”, especuló un empleado de la terminal de Vertientes consultado para esta nota, aludiendo a la conmemoración del asalto al cuartel Moncada, cuyo acto provincial se celebrará en ese municipio.
Tradicionalmente, los territorios que son designados como sede de la efeméride se benefician con obras e inauguraciones, contexto en el cual podría activarse el nuevo servicio ferroviario. Al menos esa es la esperanza de quienes viven a lo largo de los 70 kilómetros de la vía que “El Mayor” tiene previsto transitar.
“Con la carretera de Batalla [de las Guásimas] casi completamente destruida, son pocos los camiones de pasaje que se aventuran hasta allá, y la guagua del Estado hace tiempo que pasa un día sí y cuatro no. El coche motor ayudaría mucho, sobre todo porque con el tren de Camagüey ya no se tiene seguridad”, resumió a OnCuba Yanelis Abelarde, una joven que de manera habitual viaja a la cabecera municipal de Vertientes desde el poblado de Aguilar.
Por ferrocarril el recorrido ronda los 25 kilómetros y cuesta 5 pesos. Siguiendo las maltrechas carreteras y terraplenes de la zona, la distancia supera los 30 kilómetros e implica un gasto no inferior a los 200 pesos en sucesivos trasbordos de “riquimbilis” (triciclos a motor artesanales que, a falta de ómnibus y camiones, mantienen en comunicación a las poblaciones de la zona).
Antes de la pandemia de COVID-19, un ómnibus emprendía uno o dos viajes diarios a Batalla de las Guásimas, Aguilar y otros caseríos, y un tren con cuatro coches de pasajeros salía cada madrugada de Santa Cruz del Sur rumbo a la ciudad de Camagüey, para regresar en las tardes a la localidad sureña. Terminada la cuarentena, los servicios de transporte se restablecieron a medias, con menos salidas de ómnibus y ferrocarril.
“Si el coche motor todavía no está funcionando, lo más probable es que sea por falta de combustible. Ese es el motivo por el que los trenes locales —Santa Cruz y Nuevitas— ya no corren a diario, y se han cancelado casi todas las rutas intermunicipales de ómnibus. Es verdad que hay carencias grandes en cuanto a piezas de repuesto, pero el problema mayor no ha dejado de ser el combustible. Cualquier ruta intermunicipal o hacia comunidades rurales lleva un gran consumo de petróleo, y a veces es para llegar a un