LA HABANA, Cuba. – En aquel turbulento verano de 1994, en el apogeo del Período Especial, el descontento de los cubanos alcanzaba su cima ante las carencias todo tipo, así como la negativa de las autoridades a implementar verdaderas reformas que detuvieran la crisis que atenazaba a la sociedad.
En ese contexto, muchos cubanos optaban por abandonar el país lanzándose al estrecho de la Florida, la mayoría de manera ilegal, en una avalancha incontenible que nos hacía recordar lo sucedido 14 años atrás, cuando las salidas por el puerto de Mariel.
En la madrugada del 13 de julio de ese año, cerca de 72 personas abordaron el Remolcador “13 de Marzo” con el objetivo de abandonar la Isla. Las autoridades portuarias, cumpliendo la orden venida de “arriba”, de impedir por todos los medios la fuga de los cubanos, se aprestaron a realizar la macabra misión que les habían encomendado.
A unas siete millas del Malecón habanero, cuatro barcos del gobierno la emprendieron a manguerazos contra el remolcador con el propósito de hundir la embarcación. Nada detuvo la acción criminal: ni el pánico de las personas que caían al mar, ni el llanto desgarrador de las madres a las que las ráfagas de agua les arrebataban a sus hijos de los brazos…
El saldo de la macabra acción fue de 41 personas muertas, entre ellas 10 menores de edad. Según declaraciones posteriores de algunos de los sobrevivientes, las autoridades poco hicieron para salvar las vidas de algunas de las personas que cayeron al