Dairon, en algún momento de su adolescencia, se dedicó a la caza y venta de gatos para el mercado informal. Primero cazaba para su alimentación, ante la imposibilidad económica de acceder a otras fuentes de proteínas. «La carne de res y la de cerdo tenían un precio demasiado elevado para mis posibilidades y con el pollo de la cuota no me alcanzaba para más de una semana», contó a Food Monitor Program (FMP).
Con el tiempo, algunos vecinos conocieron a lo que se dedicaba y comenzaron a hacerle «encargos». Así se convirtió en uno de los muchos comerciantes de carne de gato en la provincia Guantánamo. Aunque desde hace algunos años no se dedica a la actividad, accedió a dar su testimonio a raíz de la viralización en redes sociales de varios anuncios que promocionaban el producto. Por motivos de seguridad, se utiliza un seudónimo —aunque en su barrio conocen su historia, le preocupa el estigma social que le puede traer revivir esa etapa de su vida—.
Si bien la razón principal por la que se comercializa la carne de gato en Guantánamo es la escasez de alimentos, también existe la creencia popular de que la sopa hecha con la cabeza del animal puede curar enfermedades neurológicas y la artritis. El gato se ha convertido en una alternativa guantanamera ante la falta de alimentos y medicinas adecuadas, una creencia que se transmite entre generaciones.
«Todo el mundo tiene un caso; una abuela o una tía que se puso mala un día y con una sopa de gato mejoró. Es una receta milagrosa», asegura Dairon.
Hasta hace unos meses, la carne de gato —como muchos otros productos adquiridos de forma ilegal o de procedencia cuestionable— se vendía en secreto y para un mercado de consumidores muy específico. Sin embargo, a finales de febrero de 2024, se viralizaron en las redes de venta guantanameras anuncios explícitos en los que se propone la carne de gato (principalmente en los diferentes grupos de «Revolico Guantánamo» en la red social Facebook). Aunque las imágenes usadas en las publicaciones no muestran la carne de gato si no la de otro animal, la venta es real y está presente en la provincia.
La comercialización pública del inusual «producto» recuerda las oscuras historias de la alimentación durante el Período E