—Hoy comencé a dudar de mi bondad. Creía, y así lo leí una vez, que una buena persona «es aquella que siempre desea lo mejor para los demás y actúa en consecuencia, no una poco molesta o sumisa, que no se queja demasiado y que trata de hacer lo que el resto espera, sin generar grandes conflictos».
—¿Y qué te hizo cambiar de opinión?
—Ver el último programa «Desde la Presidencia». Al leer en el Granma el título («En Cuba hay gente buena y talentosa que, con su aporte, puede hacer la diferencia»), me dije: ¡ahora sí voy a escuchar a ciudadanos que se quejan, que le dicen, sin sometimiento alguno, cuatro cosas al que tienen delante!
—¿Y todavía dudas de tu bondad? Hay que ser muy tierno para pensar que en tal programa vas a encontrar gente insumisa.
—¡Pero fue tan lindo disparármelo en YouTube y gastar en consecuencia dos gigas de datos! Fíjate que a falta de una periodista había dos: Arleen y Alina. Ambas miraban a Canel con tal misericordia, caridad, clemencia, que parecía que en cualquier momento se lo comerían a besos.
—Lo de «hacer la diferencia» no se refería a ninguna de las dos.
—Exacto. El tema, «visitas gubernamentales a los municipios», daba para poner en tres y dos al mandatario, pero ellas necesitaban de su sonrisa, de su glamour, y por eso no le preguntaron cuánto cuestan en combustible, comidas y otras provisiones los 76 recorridos en que se han visto i