Su historia épica centrada en la Batalla de Stalingrado “Vida y Destino” retrata el dolor humano y es un conmovedor ajuste de cuentas con las fuerzas oscuras que dominaron el siglo XX.
La mayor novela rusa del siglo XX la escribió un judeoucraniano, nacido en Berdíchev, su nombre de nacimiento Iósif Solomónovich Grossman (1905-1964), que debió cambiar su nombre por el de Vasili Grossman, para evitar de uno y otro bando señalamientos y venganzas antisemitas. Formado como ingeniero en la cuenca del Donéts, en realidad sirvió brevemente a la ingeniería, y se decantó por el periodismo y la literatura.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue corresponsal de guerra del Ejército Rojo para el diario Estrella Roja. Desde sus páginas narró las batallas de Stalingrado, Moscú, Kurks, y Berlín. Trabajó arduamente y recopiló testimonios en los campos de exterminio nazi, los que juntó tras la liberación de Treblinka, y cuyos documentos fueron utilizados en los juicios de Nüremberg.
No obstante, después de la Segunda Guerra Mundial, la creencia del escritor en el Estado soviético se desmoronó al evidenciar la irreversible dirección antisemita del régimen de Stalin, y comprender mejor el origen de algunas alianzas con Hitler.
Grossman, de buena familia, fue un luchador antinazi y anticomunista. Del mismo modo que lo fue otro gran escritor húngaro, Sándor Márai. Ambos vivieron los dos sistemas, y ambos murieron horrorizados y destrozados por ellos. En la misma cuerda, otra escritora, rumana, todavía viva, Premio Nobel de L