El matador español José María Manzanares durante una corrida de toros en la plaza de la Maestranza, en Sevilla, 2017. Foto: Cristina Quicler/ AFP.
La primera corrida de toros en este terruño tuvo lugar en 1538, en Santiago de Cuba, en ocasión de la llegada de Hernando de Soto, gobernador de la Isla y adelantado de la Florida, el hombre que buscó allí la fuente de la eterna juventud, empeño en que perdió la vida.
Un remoto antecedente de ese suceso lo refiere el padre Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias. Recuerda que el dia del Corpus Christi de 1514, “cuatro días después del domingo de la Santísima Trinidad”, se lidiaron “un toro o toros”. Y a renglón seguido da cuenta Las Casas de un incidente que nada tiene que ver con el toreo. Menciona a un tal Salvador, que llegó a Cuba procedente de la isla de Santo Domingo y “se halló aquel día de Corpus Christi con los otros que dije haber lidiado los toros, y viniendo, después de lidiados, todos juntos, saltando y holgándose, y él entrándose en su posada echose hablando y riendo a descansar sobre un arca, y tal como se echó dio un grito diciendo ¡ay! Y súbitamente expiró”.
No demoraron las lidias, en 1569, en llegar a La Habana, y algunas tuvieron una repercusión enorme, como las que se dedicaron a San Cristóbal, patrón de la villa, al que los vecinos prometieron 32 corridas si eliminaba moscas y mosquitos, hormigas y bibijaguas. Pero en 1682 se prohibió lidiar toros en días de fiesta. Muy famosa fue, asimismo, la corr